Dos fases arquitectónicas del siglo VII a.C. han sido halladas durante la tercera campaña de investigación en el Cerro del Villar (Málaga), que se ha reafirmado como uno de los asentamientos fenicios mejor conservados del Mediterráneo Occidental.
“Tenemos un edificio, que no sabemos de qué carácter es, que tiene zonas de almacenamiento y de taller, y otro edificio grande superpuesto que define un urbanismo complejo con calles y manzanas, que parece que es lo que domina en el siglo séptimo”, ha explicado el director del equipo investigador, José Suárez.
La fase arquitectónica de la segunda mitad del siglo VII a.C. destaca por estar construida en potentes zócalos de piedra local, que superan el metro de altura, y con suelos fabricados con barro y grava. De la primera fase, la de la primera mitad del siglo, se ha señalado el estado de conservación del interior de alguna de las estancias en la que han aparecido grandes ánforas completas.
“Lo más espectacular es saber que de la primera mitad del siglo séptimo existen edificios construidos con barro y que esas paredes todavía estaban conservadas gracias a ese incendio que permitió saber exactamente lo que había”, ha afirmado el jefe de la investigación.
José Suárez ha confirmado que “gracias a que se haya convertido en carbón se puede saber qué madera era y las ánforas se conservan porque se queman. “Los incendios, en este caso uno que ocurrió hace 2.700 años, nos dan mucha información”, ha añadido.
Suárez ha indicado que “se han encontrado seis ánforas, rotas, pero perfectamente conservadas y que se pueden reconstruir”.
Por otro lado, se han identificado en el extremo occidental de la isla parte de un horno de producción alfarera con sus depósitos con restos de cerámica que datan del siglo VI a.C. El descubrimiento de una pequeña cabeza femenina de terracota en las proximidades del lugar donde se descubrieron restos de un ungüentario y una jarrita durante la campaña anterior refuerzan la idea de la continuidad de las prácticas de culto en este entorno en momentos avanzados del siglo III a.C.
Se ha documentado, además, el límite del gran edificio de época romana tardía dedicado a la producción de salazones, evidenciándose el buen estado de conservación de la factoría, así como la presencia de otras estructuras perimetrales coetáneas, que pueden formar parte de inmuebles auxiliares de este complejo, de posible carácter residencial o de almacenamiento.
En esta tercera campaña de investigación han participado alrededor de cien personas, entre voluntarios de la Universidad de Málaga y un grupo becado de la Universidad de Chicago junto a técnicos y profesores. Este entorno, según ha contado José Suárez, “se cubre por la época de lluvias y se pone una capa de geotextil y se echa grava y se usa el mismo sedimento para que el sitio se quede igual”.