En los márgenes de la capital hispalense, donde convergen Los Pajaritos, Madre de Dios y La Candelaria, conocidos colectivamente como Tres Barrios, resiste y crece una comunidad que, pese a las dificultades estructurales, demuestra cada día que la transformación social es posible. Esta enclave, a menudo estigmatizado por la sociedad, no solo guarda problemas en sus calles, sino también la semilla de una Sevilla más justa y solidaria.
Compromiso colectivo
Manuel Sánchez, uno de los dos sacerdotes que desarrollan su labor pastoral en la zona, no duda en señalar que lo que ocurre en Tres Barrios “no es solo un problema de esta zona, sino de toda la ciudad de Sevilla”. “Hay problemas de vivienda, sociales o el drama de la droga, pero son problemas endémicos que tiene la ciudad, no solo estos barrios”, subraya Manuel Sánchez.
“La realidad humana que tú te encuentras aquí no es una realidad de delincuentes que van pegando tiros unos a los otros, sino una realidad de gente profundamente hermosa, de esfuerzo, que intentan crear un país mejor”, afirma Sánchez.
Desde la cercanía con los vecinos, este sacerdote cree firmemente que un barrio mejor es posible. «Conozco casos de mujeres que limpian escaleras todo el día para que sus hijos puedan estudiar, inmigrantes sin papeles que aceptan trabajos mal pagados para mantener a sus familias o jóvenes que luchan contra un entorno hostil para salir adelante», añade Manuel Sánchez.
Cáritas en Tres Barrios
Desde la Parroquia Blanca Paloma, Loli García coordina Cáritas, que atiende en la actualidad a cerca de 390 familias, unas 900 personas en total. Lejos de limitarse a una asistencia inmediata, han apostado por el cambio profundo. “Vimos hace unos años que la pobreza se hereda y decidimos que esto no podía ser. Entonces, creamos una serie de talleres, se les da formación y ayuda para que la gente salga de esto en lo que están metidos”, explica García.
“Nos dimos cuenta de que dar solo pan no basta si no se cambian las estructuras que hacen que siempre falte”, afirma Loli García. Tanto ella como el equipo de voluntarios de esta zona procuran ser útiles en los procesos de acompañamiento que se realizan a diario. Entre los talleres que se imparten encontramos áreas como la formación profesional, la educación para adultos, el apoyo psicológico o la orientación laboral, así como la ayuda a personas sin hogar.
Un granito de arena necesario
Antonio Barragán, diácono permanente en la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, vive su misión con humildad y realismo. “Somos conscientes de nuestras limitaciones, pero también de las necesidades reales que tienen estas familias. Nosotros aportamos un granito de arena”, añade Barragán.
Ese “granito” significa, por ejemplo, asegurar durante un año el acceso a alimentos básicos a familias con niños pequeños o personas mayores de sesenta años “para que al menos no tengan que preocuparse por una parte de la cesta de la compra”. Antonio confiesa sentir «cierto bienestar» cuando ve la cara de agradecimiento de aquellos que pasan por la parroquia, algo que le empuja a seguir día a día.
Sin lugar a dudas, los testimonios de quienes trabajan a diario en esta zona de Sevilla revelan una verdad incómoda, pues el problema al que se enfrentan no es local, sino sistémico. Y la solución, por tanto, no puede surgir únicamente de los vecinos de este barrio sevillano. Mientras tanto, un puñado de manos no se rinde, porque donde algunos ven solo marginalidad, otros ven esfuerzo y posibilidades. En Tres Barrios no solo se sobrevive, también se siembra futuro.
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