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Asociación Filio: en busca de soluciones al tabú de la violencia filioparental

Desde hace más de diez años, la Asociación Filio trabaja en la intervención y prevención de conflictos familiares, especialmente aquellos relacionados con la violencia filioparental. Su origen se remonta a 2009, cuando la Universidad de Málaga y los juzgados de familia de la ciudad establecieron un convenio para dar apoyo a las familias en procesos de ruptura conyugal. Ana Belén, directora de la asociación, recuerda que la iniciativa surgió para ayudar a menores inmersos en disputas conyugales. Luchando contra una realidad compleja donde el tabú se agiganta, pero en la que hay voces autorizadas.

«Había muchísimo sufrimiento psicoemocional en estos menores y entonces hubo que dar un poco de soporte a estas familias para sobrellevar estos procesos de rupturas conflictivas», afirma. No fue hasta 2016 cuando se constituyeron como una entidad independiente bajo el nombre de Asociación Filio.

Actualmente, el equipo está formado por ocho profesionales especializados, principalmente, en violencia filioparental. «Otros compañeros abordan también otras temáticas relacionadas con familia», señala Ana Belén, quien destaca que la asociación trabaja con un perfil variado de familias: desde aquellas en proceso de separación, hasta familias estructuradas que enfrentan dificultades a la hora de educar y poner límites a sus hijos.

La falta de consistencia educativa y la dificultad de establecer límites claros es una constante. «Parece que a los padres nos da un poco de miedo el educar estableciendo normas, estableciendo límites, porque parece que si nuestros hijos se enfadan con nosotros se van a distanciar, se van a alejar, van a dejar de querernos», reflexiona la directora, quien también advierte del riesgo de sobreprotección emocional.

Un tema tabú en la sociedad

La violencia filioparental, el fenómeno más atendido por la asociación, sigue siendo un tabú. Miriam Junco, psicóloga especializada en filio e investigadora y docente en la Universidad de Málaga, lo define como «todas aquellas conductas de violencia física, psicológica o económica de los o las hijas dirigidas hacia los progenitores o hacia aquellas personas que ocupen su lugar, es decir, otros cuidadores también principales». Añade que esta violencia suele permanecer oculta. «Es como si fuese el iceberg, es decir, la puntita nada más del iceberg y debajo están todos aquellos casos que no se denuncian».

La culpa y la vergüenza frenan a muchas familias a la hora de pedir ayuda. «Cómo voy a decir que mi hijo o mi hija me agrede», expresa Miriam sobre la percepción social de estos casos. Este tipo de violencia no se da solo físicamente. A menudo, las señales iniciales pasan desapercibidas: insultos, amenazas o intentos de control por parte de los menores, que acaban escalando si no se interviene a tiempo. «Al final lo que produce es que va incrementándose si no se interviene a tiempo y a veces se coge tarde los casos», advierte.

Medidas preventivas

Para evitar llegar a estos extremos, Filio trabaja también en el ámbito preventivo. Uno de sus programas más recientes es ‘Aula Familia’, desarrollado en colaboración con la Diputación de Málaga, dirigido tanto a adolescentes como a las familias. «Tratamos de incidir sobre todos esos factores de riesgo que sabemos que incrementa la violencia filioparental desde la investigación y poder reducirlo», explica Miriam. Factores como los estilos educativos, la seguridad emocional en el entorno familiar o la violencia entre iguales son puntos clave en estas intervenciones.

Nicolás Rengel, psicólogo sanitario y experto en violencia filio parental, señala que la mayor dificultad radica en la resistencia al cambio. «Muchas veces vienen los menores y no quieren llegar a cambiar ese tipo de conductas porque, claro, son conductas que al final llevan mucho tiempo repitiendo», comenta. No obstante, subraya que no solo deben modificar su comportamiento los hijos, sino también los padres. «Tanto el padre como la madre tienen errores que cometen, no porque quieran, muchas veces es simplemente porque lo han aprendido de esa manera y piensan que es lo mejor».

Cambiar este tipo de conductas

El abordaje terapéutico implica también una revisión de las dinámicas familiares. «Muchas veces los padres actúan para intentar aliviar un problema o resolver un problema de forma rápida», explica Nicolás, quien alerta de la tendencia a ceder ante las demandas del menor. «Eso lo que hace es que mantiene esa conducta, porque al final el menor aprende que teniendo una conducta disruptiva va a conseguir lo que quieren».

Según el experto, los padres tienen que cambiar la manera de resolver esta problemática e intentar dar espacio al menor para que pueda gestionar esa frustración y se pueda trabajar de forma paralela la regulación de la ira. «Muchas veces los menores piensan que los padres son los peores, que le hacen todo para fastidiarle, como dirían ellos. Y hay que también trabajar esos pensamientos porque al final los padres sufren mucho y los menores también», insiste Nicolás.

Cambiar ese patrón requiere trabajo, pero los beneficios son amplios. «El cambiar el contexto familiar afecta a prácticamente todo. Afecta al ánimo, afecta a cómo se relaciona con los demás, a cómo uno descansa, a cómo uno se alimenta», afirma Nicolás, convencido de que la terapia familiar puede transformar la vida de las personas implicadas. «Es como el fisioterapeuta que al principio te puede doler más, pero es algo necesario para que luego haya ese alivio a largo plazo», explica.

IV Congreso Internacional de Violencia Filioparental

La Asociación Filio celebrará del 22 al 24 de mayo el IV Congreso Internacional de Violencia Filioparental en la Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de Málaga al que acudirán expertos en la materia, tanto en el ámbito social, como en el terapéutico y jurídico.

«Es un espacio donde todos los profesionales vamos a poder intercambiar maneras de aportar a la problemática, a esta realidad. Desde la intervención, el cómo podemos también detectar a tiempo esos factores que hay de riesgos para que podamos evitar llegar a situaciones de grave desenlace», afirma Ana Belén. El objetivo es doble: dar visibilidad a esta forma de violencia muchas veces silenciada y seguir dotando a los profesionales de herramientas eficaces para su intervención.

La violencia filioparental sigue siendo una realidad compleja y muchas veces incomprendida. Pero desde asociaciones como Filio, cada día se construyen nuevas oportunidades de entendimiento, reparación y convivencia pacífica en el seno de las familias.

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