El arrabal trianero no se entiende sin su Cristo de la Expiración, pues la devoción a este crucificado emana desde la calle Castilla hasta los corazones de aquellos que se postran ante esta portentosa talla. El Cachorro es bandera y estandarte de su barrio y aunque su participación en el Jubileo de las Cofradías es una gran noticia para los cofrades sevillanos, muchos son los hermanos y devotos que notan su ausencia al entrar en la basílica que lleva su nombre.
Una señora revela que la presencia del Cachorro en la capital del orbe católico es «una alegría porque así lo puede conocer todo el mundo», sin embargo explica que le da mucha pena que esté «tan lejos de los fieles que van día a día a rezarle». Para esta trianera «el Cristo de la Expiración es el Espíritu Santo bendito, que vino del cielo y se quedó en Triana».
Otro devoto de la talla de Francisco Ruiz Gijón expresa emocionado que le «da miedo lo que le pueda ocurrir en estos traslados y en estas movidas» y que sin duda, «es algo raro entrar aquí, no verlo y saber que está tan lejos».
La Virgen del Patrocinio, en el palio
Una sensación parecida ha tenido un joven trianero que, al salir de la Basílica del Cristo de la Expiración, admite que lo primero que ha hecho es llamar por teléfono a su madre para explicarle que la Virgen del Patrocinio estaba presidiendo el retablo mayor durante la estancia del crucificado en Roma.
Pese a los miles de kilómetros que separan al Cachorro de su templo, estos testimonios no son más que una prueba del amor incondicional que la gente de Triana le tiene a su Cristo de la Expiración.
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