Los recreativos, los videoclubs o los walkman marcaban el ocio de muchos. Es de justicia admitir que la década de los 90 sigue presente en muchos aspectos, a pesar de que la tecnología haya dado un salto de altura irremediable. Por aquellos años, Alejandro Camacho solía frecuentar las calles de Granada junto a sus amigos Marta y Fernando con un fin muy concreto: localizar las mejores teterías de la ciudad nazarí para hacer de sus recovecos un lugar de charla.
La Tetería San Agustín tiene fecha de caducidad: tienen siete meses para frenar su final
“Nos encantaba ir a teterías y para nosotros era un sueño montar una en Málaga aunque al principio lo veíamos un poco inviable por el clima, con el calor que aquí hace, pero pensé que o lo hacíamos o nos íbamos a recorrer el mundo”, cuenta el fundador de la Tetería San Agustín, que ahora tiene fecha de caducidad. Y así comenzó el sueño cumplido de estos tres amigos en un espacio íntimo, cercano y con personalidad en pleno centro.
Así empezó
El amor le llevó a tomar la primera opción como decisión. “Me enamoré y decidimos montarla, la verdad que como algo temporal de unos cuatro o cinco años y ya van 32”, relata Camacho, quien desde hace una década lleva el negocio junto a su socio alemán y amigo Dirk, experto en tés. Una combinación que hace que cada día este rincón bohemio en calle San Agustín tenga su terraza llena.
La intimidad siempre ha marcado este negocio malagueño que ofrece más de 150 variedades de tés y casi una veintena de tartas caseras. Un lugar que más de uno asocia con aquellas primeras citas en un lugar con encanto de Málaga y más si se le pregunta a un malagueño que añora la presencia de locales con sello local en la ciudad.
Lo de la hostelería le viene a Camacho de sangre, pues su padre regentaba el bar La Roca. Y hasta en la forma de expresarse se nota. “Llevamos estos diez años barajando qué hacer, pero ha sido ahora cuando unos nuevos propietarios han comprado el edificio y nuestra tetería está en el local de abajo, con lo que no quieren negociar para seguir alargando nuestro contrato que, al final, es comprensible porque el dinero es eso: invertir para ganar y no para perder, así es el mercado”, concluye el fundador.
Ahora, la única esperanza de Camacho y Dirk recae en que alguien quiera comprar la marca o encontrar algún tipo de acuerdo más razonable con los nuevos propietarios para que no se pierda la emblemática Tetería San Agustín.
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