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Laura Fàbregas, traidora cabal: «Algún día se hablará de que mucha gente se fue de Cataluña por el ‘procès'»

La historia está cincelada con traiciones. De los giros producidos por aquellas personas influyentes que aprovecharon esa ranura amistosa o de debilidad para irse al bando contrario o simplemente confiarle un secreto revelador al opuesto. No es justo, tal vez, que Laura Fàbregas (Argentona, 1987) se llame a sí misma algo tan duro como traidora, aunque dice que lo hace para reivindicar precisamente que hay un matiz entre ser traidor a consciencia y ser un converso, aquel que cambia de fe y se convierte en un predicador a la contra. Esta periodista catalana de The Objective que vive desde hace una década en Madrid ha publicado ‘Diario de una traidora’ (Editorial Funambulista), un libro personal en el que narra la asfixia social que produjo la etapa más dura del ‘procès’. El testimonio real de una joven criada en la Cataluña nacionalista que ha pagado un alto precio por no participar del «delirio» colectivo.

El pasado jueves lo presentaba en el Centro Cultural La Malagueta en una charla sobre el ‘laberinto catalán’. Un día después, en una mañana con tintes veraniegos en la Costa del Sol, recibe a 101TV para explicar, entre otras cosas, la huida de gente de su tierra por ese clima político-social difícil de asumir. Una entrevista en la que reconoce, eso sí, que las cosas han cambiado y que el descontento tras el el 1-O es palpable. Una no puede elegir la comunidad donde nace, pero sí puede quizás moldear en parte sus decisiones cuando llega la vida adulta. Laura Fàbregas, esta joven del Maresme barcelonés, optó por esta pequeña traición cabal, por no sumarse a la corriente ‘indepe’ y además contar con anécdotas su historia que asegura es la de muchas otras personas en Cataluña. Narrar su verdad le ha costado llevarse apelativos tan duros como botifler, ñordo o, incluso, facha. El camino hacia la libertad individual de una chica de pueblo criada en el laboratorio pujolista, esa fina lluvia secesionista que lleva impregnando décadas la política española.

Entre independista y botifler, ¿no habrá sido más cómodo quedarse en la equidistancia?

Pues es verdad que a veces me lo pregunto yo misma porque también he pagado un precio personal un poco alto por ir en contra de mi comunidad y la mayoría de mi pueblo, porque yo además soy de pueblo nacionalista, pero al mismo tiempo también una se tiene que conocer. Yo tampoco soy una persona de medias tintas, de quedarse entre dos aguas y bastante acorde a mi carácter, tengo que decir lo que pienso y decirlo con todas las consecuencias. Y entonces por eso no me he quedado a medio camino. Creo que el proyecto secesionista fue un error y que la gente se equivocó. Para mí era un deber también comentarlo y decirlo con la mayor educación posible, sin intentar que se dañaran las relaciones personales. Pero hablando claro.

Si hay una figura en la historia mal vista es la de los traidores. ¿No le da miedo haber hecho ese camino tan pronto? 

Lo que pasa es que yo hago una reflexión sobre lo que significa ser traidora, porque yo tengo muy claro que yo no soy una conversa. Yo no he salido del nacionalismo catalán para ser una nacionalista española. Yo lo que digo es que a veces no se necesita la figura del traidor para que hable con su propia comunidad y les diga que están equivocados, porque es la única manera de avanzar. Cuando un grupo humano, sea el que sea, todos creen lo mismo, si no hay nadie que diga «oye, que estamos equivocados», «oye, que quizás esto no es como lo creemos que es»… Si no cuestionamos los propios tabús o los propios dogmas de una sociedad, es muy difícil avanzar. Y yo creo que por eso reivindico en este sentido la figura del traidor, porque ningún caso es un converso, pero sí que es alguien que habla a los suyos de manera crítica.

«yo reivindico lo que significa ser traidora, pero lo que tengo claro es que yo no soy una conversa»

¿O sea, su fe no es la del converso, no?

No, para nada. Yo no hago ni proselitismo. No me he despertado creyendo que hay que ser nacionalista de ningún tipo, simplemente hubo unos años muy difíciles en Cataluña que fueron los del ‘procès’ y yo me reivindico en contra de ello porque consideraba que era una cosa mala para Cataluña y para el resto de España.

Desde la llegada del PSC y del presidente Illa se escucha que hay un mayor apaciguamiento político y social. ¿Es cierto?

A ver, hay dos aspectos. Es cierto que en Cataluña esto representa un descanso porque llevábamos muchos años de confrontación, pero también es cierto que alguna la ‘pax socialista’ que se ha impuesto, se ha hecho asumiendo parte de la agenda nacionalista de los independentistas, porque son sus sus socios de gobierno en Cataluña. Pero sí que es cierto que a veces desde Madrid se ve que es todo lo mismo de antes. Pero, para la gente que estuvimos en Cataluña estos años tan convulsos, sí que agradecemos que al menos haya un poco de tranquilidad. No significa que sea la panacea ni que la situación esté del todo normalizada, pero sí que hay un progreso.

¿En qué se traduce esa esa mayor tranquilidad?

Por un lado en que ya no se hace una política divisiva en el tema identitario y ya no se habla de independencia sí o independencia no. Tampoco se habla de referéndum de autodeterminación en Cataluña. Se ha pasado página de esto. Están volviendo las empresas, hay seguridad jurídica, hay una situación mucho más calmada, es evidente.
Luego habrá cosas como por ejemplo los constitucionalistas catalanes que están organizados en entidades se quejan que se está promoviendo solo el catalán, cuando el castellano también es una lengua de Cataluña. Y claro que hay algunos aspectos que todavía quizás no se ha llegado a la situación óptima, pero bueno.

Pero, ¿y la erosión por el camino o la gente que no aguantó esos años más duros?.

Bueno, es que es una cosa que un día también se empezará a hablar, espero. Durante el ‘procès’ se ha ido mucha gente, no solamente empresas. Se ha ido mucha gente al resto de España. De hecho, si tú miras el saldo migratorio catalán de de movilidad profesional interna dentro de España es negativo. Significa que hay gente de España que decide que se va de Cataluña porque no está cómoda con el clima político y que se van, por ejemplo, a Madrid. Madrid crece, Madrid recibe gente mientras que a la inversa Cataluña no recibe tanta gente de Madrid. Esto significa que hay mucha gente que no quiere estar en Cataluña porque durante muchos años no han estado cómodos.

«se ha ido mucha gente de cataluña, no solamente empresas»

Otra de las consecuencias del 1 de octubre y de todo el proceso anterior nacionalista en Cataluña es generar una fiebre identitaria en el resto del país.

Es que es una corriente internacional. Cada vez se pone más el foco en la identidad. Y cada uno quiere ser distinto a los otros. Y si encima es víctima, pues aún mejor, porque entonces tiene alguien a quien culpar de su mala gestión. Y claro, lo que ha pasado en Cataluña, evidentemente no es solo en Cataluña, se puede dar en muchos otros sitios.

«Cada vez se pone más el foco en la identidad y si encima es víctima pues mejor porque tiene a quien culpar de su mala gestión»

Había cierta sensación de que las famosas manifestaciones en torno al 1-O tenían que ver con no perderse el momento histórico. Incluso, hay quien cree que la idea de mucha gente era intentar ligar. 

Esta es otra de las cosas que hay que contar y que creo que la prensa no ha contado bien. Y es que las las grandes manifestaciones durante el ‘procès’, que eran multitudinarias, también tenían que ver lo de que era un acto lúdico. Había talleres, acciones, conciertos, música o actividades infantiles para que fuera toda la familia. Por lo tanto era muy fácil que la gente se sumara. No era una manifestación ortodoxa de las que la gente va solamente a protestar y luego se va a casa. Esto ha propiciado que fueran multitudinarias.

Vaya, que que había que formar parte de algo. Es muy duro quedarse fuera, supongo.

Hay momentos en la vida que necesitaba sentir un sentido de comunidad, yo lo entiendo. Yo tengo sentido de comunidad, lo que pasa es que no se puede ser chovinista e ir en contra de otros y que se haga política populista y sentimental simplemente por sentirte parte de un sitio, aunque sea un sentimiento legítimo. Yo creo que aquí en Cataluña se cultivó durante unos años que hubiera que no solo hubiera un sentimiento de pertenencia, sino que hubiera un enemigo exterior que era el Estado español.

«YO TENGO SENTIDO DE COMUNIDAD, PERO NO SE PUEDE SER CHOVINISTA Y HACER POLÍTICA POPULISTA Y SENTIMENTAL POR SENTIRTE PARTE DE UN SITIO»

Dice en ‘Diario de una traidora’ que su camino vital de haberse desmarcado de esta corriente nacionalista está marcado por sus padres, pero ¿cómo le influyó coger el puente aéreo e irse a vivir a Madrid?

Hay gente que ha interpretado mal el título del libro. Yo no he sido independentista durante los años del ‘procès’ nunca. Yo en 2012 ya me había bajado el carro. Pero sí que yo tengo una infancia y adolescencia que pasa en un pueblo de mayoría nacionalista. Mis amigos son mayoritariamente nacionalistas. Es lo que se llevaba. Estudié en la escuela pública catalanista y entonces hay un momento que decido cuestionarme estas cosas y, claro, en todo ello tienen un papel fundamental mis padres, que nunca han sido nacionalistas, pero también haber decido irme a Madrid, por ejemplo, y conocer otras realidades.

Tanto la imagen de la portada como el título de libro son duros. ¿Le costó tomar la decisión de escribirlo y publicarlo?

Claro. Antes de publicarse tuve también sensación de vértigo, porque yo hablo en este libro y me desnudo. Hablo de capítulos familiares y de tensión durante el 1 de octubre. Hablo de amistades y de gente que también me tenía en buena consideración y simplemente por no ser independentista, pues quizás se distanciaron un poco. Entonces, claro, es difícil. Fue un momento de tensión y en el libro aparecen muchas anécdotas y todas ellas reales de lo que viví yo. Pero es que lo que vivieron muchos ciudadanos como yo, que simplemente soy un arquetipo de lo que ha vivido mucha gente en Cataluña.

¿Fue un delirio todo el ‘procesismo’ y la ola independentista?

Totalmente. Fue un delirio colectivo, fue una sensación de borrachera, de efervescencia colectiva y sentimental. Y ahora estamos en un proceso inverso de resaca de toda esa borrachera de que ahora no se ha cumplido lo que muchos esperaban, que era el nacimiento de un Estado catalán. Todo esto no ha pasado y por lo tanto hay gente que se siente frustrada porque no se ha cumplido el sueño que le habían dicho que estaba a las puertas de la esquina, de que enseguida llegaríamos a un Estado catalán.

«Fue un delirio colectivo, una borrachera de efervescencia colectiva y sentimental. ahora estamos en un proceso inverso de resaca»

¿Pero el alcohol no se ha dejado, no? La borrachera puede volver, entiendo.

Hay dos velocidades en el ‘procès’. Una es la lluvia fina que viene desde los años de Pujol de fomentar el sentimiento de pertenencia y de nacionalista catalán que tiene dos ramas: una es la escuela y otra los medios de comunicación, el ecosistema mediático catalán que empuja que el marco de referencia siempre sea Cataluña y España. Todo esto se ve como una cosa distante y abstracta. Pero, claro, esto es una lluvia fina que va poco a poco calando. Luego lo que pasó con el ‘procès’ es que coincidió en el tiempo varios factores, como una crisis económica que hizo que todo esto sonara de forma muy virulenta. Pero evidentemente lo primero sigue estando ahí en parte, pero lo segundo no, porque ya la situación no es la misma, ya no hay una crisis galopante tan tan fuerte como la de 2008 o 2011.

¿Tiene la sensación de que ya no hay esa sensación de admiración del resto de España hacia Cataluña como había en el momento de Barcelona 92′ o hace no demasiados años?

Los datos demuestran que hay menos gente que quiere ir a Barcelona que antes del ‘procés’. Evidentemente, en los noventa, Cataluña y Barcelona vivieron su mejor momento. Ahora todo está en un proceso de decadencia en la que que ya no es el motor económico de España, sino que es Madrid. Evidentemente, las cosas han cambiado. Aún así, sigue siendo un polo de atracción importante. Y la cuestión es ver lo que está intentando ahora el Gobierno de Illa de intentar recuperar o ganar terreno perdido en los últimos diez años.

¿Ha tenido situaciones desagradables en Madrid por ser catalana?

Madrid es una ciudad abierta, cosmopolita, a plural y llena de catalanes, incluso de catalanes independentistas. Es difícil en Madrid escuchar comentarios en contra. Incluso hay mucha gente que dice «oye, que yo intento entender lo que pasa ahí». Esto es la normalidad, aunque lógicamente siempre hay excepciones a esta normalidad, pero yo lo que he vivido es, sobre todo, respeto y aceptación de la pluralidad y no lo contrario.

Decía Cayetana Álvarez de Toledo que «si no te llaman facha hoy no eres nadie». En su libro cuenta que hubo un momento que la tildaron de fascista que fue muy duro.

Lo que cuento en el libro es una anécdota de lo que viví la primera vez que me lo dijeron en Twitter. Ahora ya estamos muy habituados, pero al principio nos sorprendían los ataques tan fuertes que recibíamos. La primera vez que me llamaron fascista me quedé helada. Primero porque no he tenido a nadie de mi familia nunca en el bando nacional. Que tampoco pasaría nada porque fue una Guerra Civil con sus historias particulares, pero por lo que sea mis abuelos estuvieron en el bando republicano. Y segundo, porque yo simplemente defiendo la democracia, defiendo hacer caso a las leyes, defiendo el Estado de Derecho, defiendo la pluralidad y también el derecho de las minorías. Por lo tanto, cuando te dicen facha simplemente por no ser independentista, pues claro que duele porque para mí facha es una cosa muy grave.

«Cuando te dicen facha simplemente por no ser independentista, claro que duele porque es una cosa muy grave»

En Cataluña la figura del traidor tiene muchas imbricaciones. Hay casos a lo largo de su historia y en la parte contemporánea se dan casos famosos como el de Boadella. Me interesa la figura de Rufián, que se iba a quedar solamente 18 meses en Madrid y no sé cuánto tiempo lleva ya. ¿Acabará siendo un traidor para los ‘suyos’? 

Ya lo han hecho. O sea, el Rufián del inicio no es el de ahora. Ya lleva diez años con la tontería. Tenía que estar 18 meses y evidentemente ya no defiende lo mismo. Antes decía que no había que pactar nada con el Estado español y ahora, en cambio, dice que hay que pactar con las izquierdas para que no gobierne la derecha. Es decir, ahora se implica en el proyecto español y a mí no me sorprenderían otros cambios de este calibre. Es que al final aquí lo que ha pasado es que la gente se siente engañada y traicionada por los políticos que le habían dicho que iban a hacer la independencia y que la iban a hacer en nada, en 18 meses. Y ahora estos mismos políticos no quieren abandonar el sillón, se han reconvertido, se han adaptado a los tiempos actuales y hay una gente que se ha quedado atrás. ¿Por qué? Porque los políticos no están dispuestos a perder el status quo.

¿Por qué recomienda su libro?

Recomiendo el libro porque también he hecho un esfuerzo para que gente fuera de Cataluña entienda por qué el procès fue tan mayoritario y por qué tanta gente se sumó alegremente. Creo que se explica muy bien desde dentro, desde las anécdotas más de piel, no tan intelectuales. El cómo una persona de un día para otro se puede convertir en independentista.

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