José Miguel Fernández no necesita moverse mucho para llenar una sala con su energía. Tampoco para inspirar. Lo demostró al participar en ‘Imbatibles’, el evento que presenta Fernando Díaz de la Guardia que reunió en el Teatro Edgar Neville de Málaga a personas que han hecho de la superación su bandera. Y es que, si hay alguien que encarne con honestidad ese concepto, es él.
Docente, comunicador y optimista por vocación, este malagueño convive desde hace casi tres años con la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que, como él mismo relata, llega sin avisar y sin lógica aparente: «No fumo, no bebo, he sido deportista toda mi vida… y te toca. Como me dijo el médico: ‘te ha tocado'», recuerda.
La ELA, una nueva forma de vivir
Los primeros síntomas aparecieron un año antes del diagnóstico. Como sucede en muchos casos, el proceso fue largo y complejo. «No es fácil diagnosticar la ELA, es una enfermedad complicada que se diagnostica por descartes de otras», explica.
Desde ese momento, su vida cambió. Tuvo que dejar el trabajo, la rutina y muchas de sus actividades cotidianas. Pero no dejó de vivir. Ni de reír. «Estoy jodido, pero contento. Así es mi día a día», resume con una mezcla de crudeza y ternura.
Hoy José Miguel convive con la fatiga constante y la pérdida progresiva de movilidad en brazos y manos. Pero su manera de enfrentarlo es lo que realmente conmueve: «Intento pensar en lo que me funciona. Si pienso en lo que pierdo, estoy hundido», confiesa. Y añade que su psicóloga le confirma que ese enfoque positivo es clave: «Porque si no caería en depresión y tendría doble enfermedad».
El humor como resistencia
El humor ha sido su escudo, y también su manera de conectar con los demás. «Me río mucho, intento ser feliz día a día. Me planteo qué voy a hacer mañana, no la semana que viene», dice. Esa filosofía, vivir a corto plazo con lo que hay, se ha convertido en su motor.
La influencia de su padre, que lleva más de 40 años conviviendo con esclerosis múltiple, ha sido fundamental: «Siempre lo ha afrontado con humor. Lo he visto en él». De ahí también su inclinación hacia la «risoterapia», incluso en los momentos más duros.
Afrontar la enfermedad con energía positiva
La ELA, como él explica, es una enfermedad imprevisible: «No hay dos casos iguales. Algunos evolucionan muy rápido, otros, como yo, vamos más despacio. A todos les digo que luchen y adelanten a la enfermedad por la derecha».
En su caso, la lentitud de la evolución le ha permitido adaptarse con mayor conciencia. «Yo ahora estoy cansado. Esta enfermedad te va menguando la energía desde que te levantas hasta que te acuestas por la tarde-noche», confiesa. Sin embargo, no ha perdido el contacto con lo que más le gusta. De hecho, continúa activo en redes sociales y asiste a distintos programas de televisión como ‘Llegó la Hora’, de 101 Televisión, donde comparte sus experiencias y contagia su positividad a los demás.
Y, sobre todo, sigue defendiendo una promesa vital: «La sonrisa no me la va a quitar la enfermedad, eso te lo aseguro yo».
Un mensaje que invita a reflexionar
Su intervención en ‘Imbatibles’ fue un recordatorio de que la fortaleza no siempre es física. A veces se mide en la capacidad de seguir adelante, con dignidad, humor y compromiso. José Miguel no dramatiza su situación. La cuenta con claridad y sin eufemismos, pero también con esperanza.
Su historia, como la de tantos que conviven con la ELA, no es solo una historia de dolor. Es también una lección de adaptación, de aceptación sin resignación y de alegría en medio de la incertidumbre.
Porque, como él mismo resume con su habitual lucidez: «Estoy contento porque soy feliz, porque me adapto a las circunstancias, y porque elijo quedarme con lo que aún me funciona».
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