El repique de las campanas de la Parroquia de San Gil señalaba el inicio de la misa de romeros de la hermandad del Rocío de la Macarena. Las calles aledañas a este templo de la ciudad estaban engalanadas con banderas y guirnaldas perfectamente colocadas por el grupo joven de esta corporación. Todo acompañaba para que los romeros tuvieran unas primeras horas de camino a la altura de la Blanca Paloma.
Como cada año, antes de salir de la capital hispalense rumbo a la aldea almonteña, la Hermandad del Rocío de la Macarena ha cumplido con la tradición de visitar la Basílica de Jesús del Gran Poder. Horas después, los romeros de esta filial rociera también han rezado ante el Cristo de la Expiración y la Virgen del Patrocinio de la Hermandad del Cachorro, dejando una estampa preciosa en el arrabal trianero.
Triana recibía a la Macarena y la calle Castilla ha sido testigo de ello. Curiosamente, la visita de los romeros macarenos ha ocurrido instantes previos a la llegada de la filial trianera a la Basílica del Cristo de la Expiración. Los cantes y las palmas se fundieron con la oración de todos los presentes y las bellas composiciones de la Oliva de Salteras. Con esta devoción y preservando la identidad de su barrio, el Rocío de la Macarena abandonó la capital hispalense alrededor de las 10.30 horas para seguir su travesía hasta Almonte.
Ayuda a los hermanos
Esta filial rociera, con la idea de favorecer la participación de sus hermanos, ha habilitado autobuses para aquellos devotos que no puedan ir a pie o a caballo. Un gesto que ejemplifica a la perfección el crecimiento de peregrinos y caballistas del Rocío de la Macarena.
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