A simple vista, el Bar Dragón no destacaba del resto de bares de San Pedro de Alcántara. Sin embargo, detrás de su fachada modesta se escondía un espacio de libertad insólito en la España de los años 60 y principios de los 70, un escenario donde, entre música y baile, travestis, homosexuales y personas trans encontraban un respiro en una sociedad que les negaba su identidad. Entre los protagonistas de aquellas noches estaban Paco Guerrero, dueño del Dragón Rojo, y Remedios Nieto, jurado habitual de aquellas fiestas clandestinas. Ambos, junto a otros valientes, desafiaron la represión franquista.
Mediados de los años 60. España vive aún bajo el yugo de la dictadura franquista. En un país donde ser homosexual o transgénero podía costar la libertad, la dignidad e incluso la vida, en este bar de San Pedro se celebraban fiestas semiclandestinas donde las protagonistas eran ellas: las travestis. Para muchos, eran noches de libertad, de expresión, de vida, en una sociedad que les negaba su derecho a existir.
Lo que pocos sabían es que entre las mesas del Dragón Rojo convivían dos mundos: por un lado, jóvenes perseguidos por su identidad que huían del rechazo de sus familias; por otro, personalidades influyentes, miembros de las altas esferas y gente acomodada que acudía al local, mezclándose con quienes desafiaban el estigma social.
Miss Dragón: El título más codiciado
Cada año, el Dragón Rojo celebraba su evento más esperado: el concurso de Miss Dragón, la corona más codiciada por las travestis de la zona. Era un evento que debía moverse de sede año tras año para evitar las represalias de las autoridades. Y, sin embargo, el espíritu de celebración y valentía no se detenía.
Muchos de los concursantes trabajaban en casas de familias adineradas de Marbella. En un gesto cargado de complicidad y cariño, eran las propias señoras de la casa quienes les prestaban sus vestidos, joyas y complementos. “Voy a ver a mi mariquita”, decían algunas, asumiendo con ternura el papel de apoyo, en una muestra de cómo la diversidad lograba, a veces, derribar los muros del prejuicio en los entornos más conservadores. Los jueces del certamen no eran cualquiera: empresarios, figuras conocidas y personalidades locales se sumaban, con discreción, a aquella celebración clandestina de la diversidad.
1973: La redada que lo cambió todo
Pero la fiesta no podía durar para siempre. En 1973, durante la coronación de Miss Dragón, la Policía irrumpió en el local. Detuvieron a la mayoría de los presentes, marcando así el final de la historia oficial del Dragón Rojo. Las consecuencias fueron devastadoras para muchos: arrestos, humillaciones y el temor que siempre había estado latente. Sin embargo, aunque la puerta del local se cerró, su legado de resistencia, alegría y rebeldía quedó grabado en la memoria subterránea de San Pedro y Marbella.
Durante décadas, esta historia permaneció casi olvidada. Fue el periodista y guionista Miguel Ángel Parra quien, tras trabajar en un documental en Marbella en 2022, descubrió los ecos de aquellas veladas prohibidas. Fascinado por la valentía de quienes participaron, Parra decidió inmortalizar la historia en la novela «Miss Dragón», galardonada con el I Premio de Literatura Diversa 2023. Curiosamente, los protagonistas reales de esta historia nunca se vieron como figuras heroicas.
«Miss Dragón»: La novela que rescata la memoria
“Ellos hablan con total normalidad de que iban allí y se lo pasaban bien”, explicó Parra tras la publicación de su libro, sorprendido por la humildad de quienes, sin saberlo, plantaron cara a un régimen opresivo simplemente siendo ellos mismos. Lo cierto es que, a pesar de las dificultades, Marbella y San Pedro de Alcántara ofrecían en aquellos años un «microclima» social que permitió cierta apertura. “Eran unos privilegiados porque podían disfrutar de una serie de circunstancias que en otros sitios no había», apuntó Parra, quien destaca el papel de los vecinos en la defensa y aceptación de aquellos colectivos marginados.
En las páginas de Miss Dragón, el lector acompaña a Luismi, un joven de 17 años que huye del rechazo familiar tras confesar su homosexualidad. En su camino se cruza con dos personajes inspirados en personas reales: La Tanke y La Toñi, travestis que participaron activamente en las famosas fiestas del Bar Dragón.
Hoy, el Bar Dragón es mucho más que un recuerdo: es un símbolo de resistencia, diversidad y coraje. La novela Parra desirve como homenaje a los pioneros que, en pleno blanco y negro franquista, se atrevieron a poner color a sus vidas.Historias como la del Bar Dragón nos recuerdan que incluso en los rincones más pequeños se gestan grandes gestas, y que la dignidad y la alegría pueden ser los actos de rebeldía más poderosos.
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