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Duque de Segorbe: «Lo peor para Sevilla ha sido la Escuela de Arquitectura y la Comisión de Patrimonio»

Ignacio Medina y Fernández de Córdoba (Sevilla, 27 de febrero de 1947) pasea por el Palacio de la Casa Pilatos como lo que es, el recuerdo de toda su vida. El Duque de Segorbe conoce cada palmo del palacio, cada teja, ladrillo, tapiz, pared, escultura o planta que uno pueda admirar, “porque aquí nací y crecí”. El pequeño de la familia Medina, hijo de la Duquesa de Medinaceli, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, ha recibido la Medalla de la Ciudad de Sevilla por su defensa del patrimonio, un Grande de España “defensor de los balcones de palo”, en una ciudad que, por desgracia, cada vez sucumbe más a la anodina arquitectura en serie, de vanos en paredes.

Su gran motivación es la preservación de esa ciudad que recuerda su trazado y arquitectura que tanta fama le dieron. No tiene carrera alguna, pero se considera con suficientes conocimientos de arquitectura, urbanismo y arte para defender esa Sevilla que se va, «Le Corbusier o Scarpa no tenían el título de arquitecto», subraya.

Para Ignacio Medina, «la Escuela de Arquitectos y la Comisión de Patrimonio son los grandes enemigos de Sevilla». En un rincón de la Casa Pilatos, charlamos con él.

La Fundación Medinaceli es el gran proyecto que heredó de su madre, la duquesa.

Sí, sí, bueno, con la ayuda del patronato. Tenemos un patronato en el que yo soy el presidente. Fui secretario general mientras que mi madre vivía. Después mi madre, con la edad, renunció a la presidencia, me la dejó a mí y ella se quedó como presidenta de honor. Esto se funda en el año 78, o sea que llevamos ya muchos años. La fundación no sólo se limita a estas casas, sino que tiene varias en España. La gestión se lleva desde aquí, porque la fundación nació aquí. Mi madre vivía aquí. Aunque la sede social la tenemos en el Hospital Tavera de Toledo.

La Casa Pilatos es de esos lugares que casi todo sevillano tiene referencia, pero que muy pocos conocen. ¿Huimos de los monumentos porque hay que pagar?

Sí, probablemente sea así. Cuando yo estaba en el Patronato del Alcázar se propuso que los sevillanos entraran gratis. Muchos de los que estaban en ese patronato replicaban que eso era incontrolable, que media Sevilla iría de visita. Yo dije, no. Vamos a tener muy pocos, porque ya teníamos la experiencia en Galicia, en el Pazo de Oca. Vamos a tener muy, muy pocos. Vendrán una vez, quizás, pero ya no vienen más. Y aquí pasa lo mismo.

Lo que sí se debe regular es la ley, completamente absurda, de que cuatro horas son de acceso gratis, pero no para los sevillanos, sino para todo el mercado común. Eso no tiene correspondencia en ningún lado de Europa. Curioso, ¿verdad? ¿Se entiende por qué tenemos nosotros que invitar a un finlandés o a un francés? Uno  va a todos los ‘chateau’ franceses y dice que es español y que quiere entrar gratis. Lo va a tener complicado.

Patio de la Casa Pilatos
Patio de la Casa Pilatos

Daño patrimonial

¿Cuánto daño ha sufrido el patrimonio de Sevilla?

R- Mucho. En los años 60 lo peor que le pudo pasar a Sevilla es que el alcalde era el presidente de Academia de Bellas Artes y le pareció bien llevarse por delante a media ciudad, una barbaridad. Es difícil encontrar una ciudad en Europa que haya aguantado derribar lo que se ha derribado aquí y que todavía siga teniendo la presencia que tiene. La Sevilla patrimonial ha tenido peor destino que ciudades bombardeadas y, aun así, la ciudad encaja en la imagen que se tiene de ella.

Le han dado la Medalla de la Ciudad por su defensa del patrimonio, algo de irónico hay en ello.

R- Ojalá todos los años se reconozca esa defensa del patrimonio, sería buena señal.

Un defensor de los balcones de palo

R- Yo he defendido muchísimo la arquitectura popular. Y qué hay más popular que los balcones de palo, que son muy antiguos.

Ya no hay balcones ni de forja.

R- Los años 60 y 70 fue el boom de las terrazas con balcones largos, un horror.

Se está perdiendo la estética.

R- Ya no hay decoraciones en fachadas y los edificios parecen todos hospitales. Es la llamada arquitectura internacionalista, que repite cánones y todas las ciudades se parecen. En muchos sitios pararon antes. En Sevilla no.

Dresde quedó destruida y fue reconstruida basándose en los cuadros de Canaletto. Han denigrado el pastiche. Yo soy un pastichero orgulloso de serlo.

¿Por qué?

En Sevilla, la Escuela de Arquitectura es muy culpable. Han defendido constantemente que todo lo que se haga tiene que responder exactamente a lo nuevo, algo que no han hecho en Europa. Aquí respetamos todas esas cartas internacionales, de Bolonia o de Venecia, que luego, por ejemplo, los propios italianos no respetan. Dresde quedó destruida y fue reconstruida basándose en los cuadros de Canaletto. Han denigrado el pastiche. Yo soy un pastichero orgulloso de serlo.

Cambio de fisonomía

La nueva arquitectura ha cambiado la fisonomía de fachadas y de las cubiertas.

Subir a la Giralda y mirar al caserío es un horror. Hemos perdido lo que yo llamo ‘la quinta fachada’, las cubiertas de las casas. Antes eran todos tejados de teja y ahora son planas. Y es un cajón desastre, todo lo feo se acumula arriba.

Galería alta de la Casa de Pilatos
Galería alta de la Casa de Pilatos

¿Cómo afecta la perdida de identidad patrimonial a la gentrificación del casco histórico?

Totalmente. Y los principales cómplices de la destrucción son la Escuela de Arquitectura y la Comisión de Patrimonio, que lo permite absolutamente todo y de forma arbitraria. A mí, una señora de Patrimonio, no me daba la licencia del Hotel de las Casas de la Judería porque había puesto el escudo heráldico y decía que era anacrónico. Será anacrónico para ella. Y más, me negaron una conexión en un edificio con la calle San Clemente porque podíamos cambiar la sociología del barrio.

Amistad con Boadella

Pocos conocen su amistad con Albert Boadella.

Lo conocí en la famosa Bodeguilla de Felipe González. Lo llevé en mi coche, que estaba en malas condiciones, tan malas que nos tuvieron que empujar para poder arrancarlo. Es una de las personas valientes de verdad, defensora de sus ideas sin beneficio alguno. Lo hice patrono de la fundación.

¿A quién le debe todo su interés por la arquitectura, el patrimonio y las bellas artes?

A mi profesor Santiago Amón. Primero fue profesor y después compañero en Adelfa, la primera asociación para defender el patrimonio nacional. En Madrid había tan solo 30 edificios a conservar, el resto pensaban derribarlos.

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