La playa de la Malagueta, con sus sombrillas, chiringuitos y hamacas, ha sido el escenario idóneo para acoger a dos gigantes buques de guerra de la Armada española: el Juan Carlos I y el Galicia. Los protagonistas de este desembarco anfibio, que ha simulado una operación de rescate de rehenes, han sido infantes de La Marina, helicópteros, aviones, embarcaciones rápidas y lanchas motoras.
El sol realzaba con fuerza el color del mar, mientras algunos corrían con ímpetu en busca del mejor lugar y otros observaban incrédulos, sin saber aún de qué se trataba. Con este ejercicio, la Armada ha mostrado diversas maniobras de coordinación entre fuerzas militares marítimas, así como la integración de unidades del Ejército de Tierra, incluyendo la recogida de vehículos desplegados en la playa. También han estado presentes helicópteros y cazas militares que maniobraban en el aire ante los aplausos de los asistentes. Bocas abiertas, aplausos, niños y niñas encima de los hombros de sus padres y madres o móviles alzados al aire han sido las estampas más comunes en La Malagueta.

Estos no son dos buques cualquiera, sino que tienen algo especial: el Juan Carlos I es el más grande jamás construido en España. Muchos asistentes no recordaban haber visto una embarcación de estas dimensiones. Sin ninguna duda, se han llevado un recuerdo único en su retina. Se trata de un buque que permite tanto el transporte de tropas como el despegue de naves. Por otro lado, el Galicia está especialiado en planificar el desembarco de las fuerzas de la Infantería Marina en zonas de conflicto o catastrófes naturales. Esta operación forma parte del despliegue ‘Dédalo 25’, que ha realizado maniobras en aguas del Atlántico y del Mediterráneo.
Algunas estrategias incluyeron la participación de militares en una simulación de rescate de un rehén. Tras completar con éxito la operación, los asistentes estallaron en aplausos. Uno de los helicópteros comenzó entonces a lanzar buzos, mientras otro brindaba cobertura aérea. Todo ello ocurrió con éxito a pesar del viento desfavorable, que hacía ondear con fuerza la bandera amarilla. Tras ello, algunos espectadores comenzaron a realizarse fotografías con los militares involucrados en esta simulación para tener un recuerdo de una mañana histórica para Málaga.
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