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La oleada silenciosa de hurtos en pequeños comercios granadinos

Los robos en pequeños comercios del área metropolitana de Granada, especialmente en municipios del cinturón como Maracena, Armilla, Atarfe o Churriana de la Vega, se han convertido en un problema creciente y silencioso que afecta al tejido económico local. Farmacias, tiendas de barrio y negocios familiares están siendo víctimas frecuentes de este tipo de delitos, a menudo cometidos con precisión y en cadena.

Detenido un hombre por robar de forma reiterada en farmacias de Maracena

Un problema que deja millones en pérdidas

A nivel nacional, los hurtos, especialmente en pequeños negocios, generan pérdidas superiores a 1.300 millones de euros anuales, según datos del Barómetro del Hurto en la Distribución Comercial. Esto equivale al 0,74 % de la facturación total del sector minorista.

Una gran parte de ellos, entre el 53 % y el 55 %, están protagonizados por bandas organizadas, que operan en áreas metropolitanas con buena conectividad, como el entorno de Granada. La facilidad de acceso, la fragmentación del territorio y la menor presencia policial en ciertas franjas horarias convierten a estos municipios en blancos especialmente vulnerables.

¿Por qué se producen?

Los motivos que explican esta oleada son diversos. En primer lugar, la falta de vigilancia continuada y la alta rotación de clientes en los pequeños comercios facilita la acción de los delincuentes. Muchos hurtos responden a una motivación económica directa: revender productos en el mercado informal, especialmente cosméticos, medicamentos de venta libre o productos electrónicos de pequeño tamaño.

Otros, según denuncian asociaciones de comerciantes, tienen su origen en situaciones de precariedad o necesidad, especialmente en épocas de crisis. A esto se suma la baja tasa de denuncia por parte de los afectados: muchos pequeños empresarios consideran que denunciar no compensa el esfuerzo. “¿Para qué denunciar si no pasa nada?”, es una frase recurrente.

¿Cuándo y dónde ocurren más?

Los hurtos suelen concentrarse en fines de semana y madrugadas, cuando el tránsito es menor y la vigilancia escasa. También hay picos estacionales claros.

En primavera, especialmente durante la Semana Santa, las aglomeraciones turísticas facilitan los robos. Un 19 % de los hurtos anuales ocurren en este periodo.

En verano, la situación se agrava: hasta el 26 % de los hurtos en comercios se concentran en los meses estivales, cuando la saturación y el turismo dificultan el control.

En el entorno granadino, se observa una mayor incidencia en zonas con alto tránsito comercial y fácil conexión por metro o bus, como Maracena, Zaidín, Albolote o La Chana.

Perfil habitual de los autores

Los datos apuntan a un perfil recurrente: jóvenes menores de 30 años, que son el 44 % de los casos o personas de entre 31 y 50 años, en torno al 50 %. Muchos de ellos actúan en grupo y son reincidentes: hasta el 64 % de los detenidos por hurtos en comercios repiten delitos a lo largo del año.

Los métodos usados para cometer estos robos son cada vez más ingeniosos. Algunos ejemplos documentados por comerciantes y cuerpos de seguridad incluyen:

  • El hurto mágico: engañar al dependiente con el cambio de billetes para quedarse con dinero de más.
  • El uso de chicle para adherir joyas o pequeños objetos y retirarlos sin ser vistos.
  • Bolsos forrados con papel de aluminio, que bloquean los sensores antirrobo.
  • Uso de menores para distraer o encubrir los productos sustraídos.
  • Simulación de devoluciones o empleo de muletas u objetos de apoyo como señuelo.

Aunque cada hurto puede parecer menor, su efecto acumulado es devastador. Muchos comercios pierden cientos o miles de euros al año, a lo que se suma la inseguridad y frustración de sus propietarios.

En respuesta, algunos negocios han empezado a compartir alertas por WhatsApp o grupos de vecinos para detectar posibles ladrones reincidentes. Sin embargo, el miedo a represalias y la sensación de impunidad persisten, agravadas por la falta de condenas efectivas o la escasa recuperación de lo robado.

¿Qué se puede hacer?

Expertos y asociaciones de comerciantes proponen varias líneas de acción. Entre ellas, la formación del personal en técnicas para detectar estafas y hurtos sutiles como el hurto mágico.

Inversión en tecnología antihurto, como etiquetas RFID, sensores magnéticos, cámaras ocultas o vitrinas seguras. Fomento de la colaboración entre negocios mediante redes comunitarias de vigilancia y avisos.

Y sobre todo, denunciar siempre, por pequeña que sea la pérdida, para generar estadísticas reales y reforzar la presencia policial en las zonas más vulnerables.

El área metropolitana de Granada es un ecosistema económico diverso, lleno de pequeños comercios que forman parte del día a día de sus vecinos. Este modelo de proximidad es un valor a preservar, pero necesita apoyo institucional y compromiso ciudadano.

La prevención, la formación y la solidaridad entre comerciantes pueden marcar la diferencia. Porque el comercio local no solo da empleo, sino que sostiene la vida de los barrios.

 

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