El sol comienza a esconderse y la tímida llegada de la luna no parece esconder algo fuera de lo común, pero es una ilusión de normalidad. Basta con adentrarse unos metros en el municipio para comprender que no es una velada cualquiera. De un lado, camina una señora con paso firme y porte elegante, enfundada en un brillante vestido morado; en la otra acera, un matrimonio se agarra del brazo para cruzar. Todos van en la misma dirección: la Plaza Mayor. Allí, por unas horas, el tiempo se detiene entre sonrisas que desvelan las huellas de una larga vida. Es la gran noche de los 312 abuelos de Jun.
A la entrada se suceden los abrazos, como si del encuentro de una familia enorme se tratara. «¡Carmela!», saludan a una vecina, en lo que se van ubicando en su lugar designado -a decir verdad, era orientativo, porque los corrillos, como la alegría que les daba verse allí, eran ingobernables-. «¿Sabéis dónde vais?», preguntaban. «¡Claro! ¡En la 19!», respondían, mientras en algunas mesas ya se narraban las batallitas del último año, aunque alguna mirada se iba hacia la barra, a la espera de que llegara la comida.
Jun da el pistoletazo de salida a sus Fiestas Patronales con un pregón cercano y emotivo
Al filo de las nueve, aparece fugazmente Pilar Jiménez, la alcaldesa. Es un visto y no visto, porque apenas pone un pie en la plaza, se pierde entre tantos vecinos que quieren saludarla. «Es una alegría ver que la gente transmite tanto cariño y alegría. A una se le viene la moral arriba. Yo los quiero mucho a ellos. Estoy aquí gracias a ellos», sonríe. Y es que ellos, además, son por una noche los protagonistas de las fiestas patronales. «Lo merecen todo. Hoy en día somos lo que somos gracias a ellos. Qué menos que hacerles este pequeño homenaje», abunda.
Son los 312 vecinos más longevos del municipio, una cifra que ha ido en aumento desde la primera edición, cuando se reunieron solamente 180. «Nos dimos cuenta de que no venían todos los que pensábamos que debían venir, así que hemos mandado unas invitaciones personalizadas, casa por casa que hemos llevado los concejales y alcaldía», apunta la regidora. «Son días de compartir, de convivencia entre los vecinos y los familiares», ahonda, satisfecha además porque es el estreno de unos nuevos baños de obra. «¡Es solo la antesala de las fiestas! Llevamos una semana… ¡y lo que nos queda!», advierte.
«Me parece una velada preciosa»
En las mesas, comienzan a aterrizar los platos entre las sonrisas de los vecinos. «Aquí todos somos familia. Son Bailones, como yo», presenta Manuel a sus compañeros de cubierto. «Lo vamos a pasar bien con toda la juventud de Jun», ríe. Patro, su mujer, no duda que «esto es maravilloso». «Me parece una velada preciosa», agrega. En el otro fondo, Paco y Paco, que además son tío y sobrino, no dejan de reír. «Vine a Jun con seis años y tengo 66», precisa el menor, mientras el mayor incide en que «la noche de los mayores es una cosa que no deben quitarla».
Teresa, al otro lado del recinto, se convierte en la voz que representa la juventud interior que sale a flote en esta cita. «Estamos bien ahora, pero conforme pase la noche, irá a mejor. Espero beberme esta cerveza y otra, porque no se puede más», ríe. La cosa, por tanto, amenaza con descontrolarse, pero el agente Mateo, ojo avizor, está preparado para evitarlo. «Todavía no lo han hecho, esperemos que la noche siga igual», apunta sin perder de vista a los mayores más marchosos del municipio.
Ni siquiera el párroco del municipio quiso perdérselo. «Nunca me he perdido ninguna», apunta. «Después de 33 años de cura, siempre he estado donde tenía que estar. La velada está preciosa, y más cuando te dan de comer», esboza una sonrisa el padre Ángel Beltrán. «Perdérsela sería un pecado por todas las situaciones, por no estar con la gente de mi pueblo y por no compartir esta cena. También, y sobre todo, compartir el cariño y la amistad, que es muy bonito», desarrolla.
Reconocimiento a los más longevos
Pero de repente, Pilar Jiménez se pone en pie para poner la nota emotiva. El hombre y la mujer más mayores reciben el cariño de todo el pueblo, encarnado en un ramo de flores y una carta. Francisco lo recoge con una ilusión desbordante: «¡Viva la Pilar!». En privado, no obstante, ‘El rosca’, como le llaman, matiza. «No soy el más viejo, soy el más fuerte», sostiene.
El homenaje también emociona a Carmen, conocida por todo el pueblo por sus «roscos espectaculares». Tanto es así, que el municipio entero, al unísono, se alegró al escuchar su nombre. Es madre de ocho hijos y, ante la fama, reconoce que «los hacía muy buenos». «Me llamaban de las casas e iba a hacerlos», recuerda, convencida de que ya le tocaba un reconocimiento así. «Alguna vez tenía que tener una merecimiento por algo», sonríe. «A mí me aprecia todo el mundo mucho. Soy de Alfacar, pero llevo 60 años viviendo aquí», ahonda.
La velada, así, va discurriendo, entre platos y anécdotas que llenan el corazón de los más veteranos de Jun. Se despidieron hasta el año que viene, sin saber, como en la canción, qué pasará o qué misterio habrá, pero con la certeza de que, de nuevo, será su gran noche.