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El síndrome postvacacional: «No es una enfermedad, sino un proceso natural de adaptación», según el psiquiatra José Ignacio del Pino

Con el final del verano, muchas personas experimentan una sensación de apatía, cansancio o incluso tristeza al reincorporarse a la rutina. Este fenómeno, conocido popularmente como “síndrome postvacacional”, ha ganado espacio en medios y conversaciones cotidianas, pero ¿es realmente un problema de salud mental?

El psiquiatra y director de Salud Mental del Colegio Oficial de Médicos de Sevilla, José Ignacio del Pino, lo tiene claro: no se trata de una enfermedad ni de un trastorno, sino de un proceso completamente normal de adaptación al cambio. En una entrevista reciente, el doctor explicó que este “síndrome” no aparece reconocido en ninguna clasificación médica oficial y que, en la mayoría de los casos, se trata simplemente de una reacción emocional natural al contraste entre el descanso de las vacaciones y el regreso a las responsabilidades cotidianas.

Del Pino comparó esta situación con lo que en medicina se conoce como una reificación: agrupar síntomas comunes bajo una etiqueta que no necesariamente responde a una patología real. “Lo que existe es una transición, una etapa de ajuste. Igual que si uno va andando y se echa a correr, el corazón se acelera, pero eso no significa que esté enfermo”, señaló.

¿Quiénes son más propensos a sufrirlo?

Los síntomas más habituales en estos días de vuelta al trabajo son el decaimiento, la nostalgia por los días de descanso, la falta de concentración o una cierta irritabilidad. Según el especialista, esto es algo esperable y transitorio, y no debería ser motivo de alarma. Sin embargo, reconoce que hay personas más propensas a experimentar este malestar, especialmente aquellas que no están satisfechas con su vida diaria. “Si uno utiliza las vacaciones como vía de escape de una realidad que no le gusta, el regreso a esa realidad será naturalmente más difícil”, apuntó.

El tiempo de adaptación también es clave para distinguir un bajón normal de un problema más serio. En general, se estima que en una o dos semanas la mayoría de las personas se reajustan sin mayores complicaciones. Si pasado ese tiempo el malestar persiste o se intensifica hasta interferir en el funcionamiento normal, podría ser señal de un trastorno como la ansiedad o la depresión, y sería recomendable acudir a un profesional.

Como consejo, el doctor Del Pino propone no centrarse excesivamente en uno mismo ni dramatizar la vuelta a la rutina. En lugar de eso, sugiere hacer una lista de los buenos momentos vividos durante las vacaciones, aprender de lo que no salió bien y fijarse metas realistas para el futuro. “El pasado sirve para recordarlo si fue bueno, y para aprender si fue malo. El presente es para dar el callo, pero con ilusión”, dijo.

Consejos para una vuelta más saludable

También hizo una reflexión sobre la importancia de aceptar nuestra realidad y de cambiar aquello que está en nuestras manos. Según sus palabras, todos los problemas de la vida tienen dos soluciones: si dependen de los demás, hay que aceptarlos; si dependen de uno mismo, hay que actuar para cambiarlos.

Por último, el psiquiatra subrayó que no se debe recurrir innecesariamente a los recursos de salud mental, pero tampoco se debe dudar en pedir ayuda si el entorno o uno mismo perciben que algo no va bien. “Nunca es tarde para acudir a un profesional. Pero también es importante entender que no todo requiere intervención. A veces, simplemente hay que aceptar que estamos volviendo a la normalidad”.

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