La imagen ha dado la vuelta al mundo: alrededor de 100.000 manifestantes, según cifras de la Policía Nacional, consiguieron paralizar La Vuelta ciclista por completo impidiendo su final en Madrid para protestar por la participación del equipo israelí. Un hecho inédito que ha provocado una fractura total en la política española, con posiciones completamente enfrentadas entre el Gobierno y la oposición.
Pedro Sánchez sorprendió por la mañana al mostrar su respaldo público a los manifestantes que lograron frenar la competición. Desde un mitin en Málaga, el presidente declaró su «admiración» por la protesta: «España brilla como ejemplo y con orgullo. Da un paso al frente en la defensa de los derechos humanos». Una posición que comparte todo su Gobierno. Yolanda Díaz fue igualmente contundente: «Todo nuestro apoyo a las movilizaciones por el pueblo palestino. Nuestra ciudadanía es un ejemplo de dignidad».
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Sánchez apoya a los manifestantes que frenaron la carrera por la presencia del equipo israelí mientras el PP le acusa de ser un «hooligan»
La reacción conservadora no se hizo esperar. Alberto Núñez Feijóo acusó al Gobierno de provocar «un ridículo internacional televisado en todo el mundo», aunque intentó mantener el equilibrio criticando también la respuesta israelí en Gaza. Otros dirigentes del PP fueron más directos. La portavoz Ester Muñoz llegó a calificar a Sánchez como «el primer hooligan del país», mientras que Isabel Díaz Ayuso denunció que el presidente había «lanzado fuego contra esta situación».
El cambio de discurso de Sánchez
El punto de inflexión llegó este lunes cuando Sánchez utilizó por primera vez la palabra «genocidio» para referirse a la situación en Gaza. Un endurecimiento radical de su posición que ha convertido el conflicto palestino-israelí en un asunto central de la política nacional. El cambio no es casual. Más de 65.000 palestinos han muerto en Gaza, una gran parte de ellos menores, en lo que Netanyahu presenta como respuesta a los atentados de Hamás.
En el Gobierno están convencidos de que España se ha convertido en referente europeo de una posición que cada vez tiene más apoyo mundial. Como prueba señalan la reciente votación en la ONU, donde 142 países respaldaron la solución de los dos estados frente a solo 10 que la rechazaron. Entre los países que votaron en contra están Estados Unidos, Israel, Argentina y Hungría, todos con gobiernos de extrema derecha.
Malestar policial
Los sindicatos policiales no tardaron en cargar contra el Ejecutivo, acusándolo de «atar de pies y manos a los policías» para que no actuaran con más contundencia contra los manifestantes. Desde Israel también llegaron las críticas. El ministro de Exteriores, Gideon Saar, acusó directamente a Sánchez de «incitar» a las «multitudes propalestinas».
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En el Ejecutivo no lamentan la suspensión del último tramo de La Vuelta. Consideran que el mensaje político enviado a Israel vale mucho más que las críticas por interrumpir una competición que ya estaba decidida desde el día anterior. La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, fue especialmente dura con Feijóo por llamar «respuesta» al genocidio y «pérdidas civiles» a los más de 65.000 muertos palestinos.
La manifestación fue mayoritariamente joven, lo que el Ejecutivo ve como positivo en un momento en que Vox crece entre los votantes más jóvenes
El Gobierno está convencido de que su posición conecta con la mayoría de la sociedad española, incluso con sectores conservadores indignados por las imágenes diarias de niños muertos y hospitales bombardeados. La manifestación fue mayoritariamente joven, lo que el Ejecutivo ve como positivo en un momento en que Vox crece entre los votantes más jóvenes.
El PP, entre dos aguas
La posición de Feijóo evidencia la incomodidad del PP con este asunto. No puede apoyar al Gobierno, pero tampoco quiere aparecer defendiendo a Netanyahu, una figura cada vez más detestada en España. Sus críticas a Sánchez conviven con reproches suaves a la respuesta israelí: «No comparto la respuesta que está dando el Gobierno de Israel. El asesinato de israelíes inocentes no se puede contestar con más pérdidas civiles palestinas».
Lo que empezó como una protesta deportiva se ha convertido en la nueva gran división de la política española. Gaza ha sustituido a otros temas como eje de confrontación entre izquierda y derecha. Sánchez tiene clara su posición y no piensa dar marcha atrás. El PP se debate entre no quedar del lado de Netanyahu y no dar la razón al Gobierno. Una tensión que marcará los próximos meses de la política nacional.
El precedente de Madrid podría tener consecuencias internacionales. Desde el Gobierno esperan que otras competiciones se lo piensen antes de permitir la participación israelí: «Quizá ya sea hora de que la comunidad internacional haga en el deporte con Israel lo mismo que con Rusia».
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