Un individuo ha sido detenido en Palencia por la Policía Nacional como presunto autor de una veintena de llamadas en las que amenazaba con colocar una bomba en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Los hechos, que ocurrieron el pasado 12 de agosto, provocaron una importante movilización policial y se le imputan los delitos de desórdenes públicos y de odio debido a los insultos racistas y xenófobos que profirió.
La cadena de amenazas comenzó durante la tarde de aquel día, cuando el servicio de seguridad del Cabildo de la Mezquita-Catedral recibió la primera de una serie de llamadas. En ellas, un hombre no solo advertía de su intención de colocar un artefacto explosivo en el monumento, sino que también lanzaba diversas amenazas e insultos.
La gravedad de la situación obligó a activar un dispositivo de seguridad de inmediato. Diferentes unidades y servicios de la Policía Nacional se desplazaron hasta el templo y sus alrededores, donde durante aproximadamente una hora llevaron a cabo las comprobaciones necesarias para garantizar la seguridad de los ciudadanos y descartar la presencia de cualquier peligro real. Finalmente, se determinó que se trataba de una falsa alarma.
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La investigación que condujo hasta Palencia
Una vez asegurada la zona, agentes de la Policía Nacional en Córdoba iniciaron una investigación para identificar al autor. Los investigadores pudieron constatar que, a lo largo de la tarde y noche del 12 de agosto, se habían recibido hasta 20 llamadas amenazantes, todas ellas procedentes de la misma línea telefónica, lo que se convirtió en la pista clave para su localización.
Gracias al rastreo de esta línea, la investigación culminó con la identificación y detención del presunto autor en la ciudad de Palencia.
Dos delitos: desórdenes públicos y odio
Al detenido se le imputan dos delitos distintos. El primero es el de desórdenes públicos, que castiga a quienes alteran gravemente la paz pública o el funcionamiento de los servicios de emergencia. En este caso, la falsa amenaza de bomba obligó a movilizar recursos policiales de manera innecesaria, generando una situación de alarma y un coste para los servicios públicos.
El segundo es un delito de odio, que se aplica cuando una infracción penal se comete por motivos discriminatorios, como el racismo o la xenofobia. Las manifestaciones proferidas por el detenido durante las llamadas contenían un claro componente de odio, lo que agrava su presunta responsabilidad penal al considerarse que su acción no fue solo una amenaza, sino un ataque motivado por el prejuicio.
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