En el Hospital Universitario Virgen Macarena hay dos profesoras que cada día transforman las habitaciones en aulas, los pijamas en uniformes y sobre todo buscan un objetivo mucho más difícil que una matrícula de honor, intentan que los niños y las niñas hospitalizados no pierdan su sonrisa. El trabajo diario de Loli Ruiz y Laura Peña bien merece, como mínimo, que hablemos de él, pues lo cotidiano es extraordinario aunque a veces nos cueste percibirlo como tal.
“Nuestra principal función es intentar minimizar el impacto emocional que puede tener el hecho de la hospitalización en sí, como objetivo fundamental”, explica Loli Ruiz, que lleva más de 20 años como maestra en centros hospitalarios. “Y como segundo objetivo, intentamos reducir el desfase curricular que se produce cuando un niño está hospitalizado, sobre todo en estancias largas”, señala esta profesora.
Para lograrlo, estas docentes trabajan en estrecha colaboración con los equipos sanitarios. “Pasamos primero por las habitaciones, tenemos reunión con los compañeros sanitarios para saber qué alumnado puede subir y cuál no puede salir de la habitación”, cuenta Laura Peña. “Los que pueden subir vienen, trabajan con nosotras, depende del día”, explica esta maestra.
Entre cuadernos, juegos y sonrisas, estas profesoras consiguen que los pequeños pacientes recuperen un poco de normalidad en medio de un proceso que, para muchos, resulta difícil y doloroso. «Lo importante es que, aunque estén ingresados, sientan que siguen formando parte de su clase y, sobre todo, que no pierdan la ilusión”, revela Laura Peña.
Un inicio de curso adaptado a ellos
El inicio de curso en el hospital es especial. “Como ellos han perdido el inicio en su colegio de referencia, siempre les damos un detallito y cuando vienen intentamos que sean actividades lúdicas de inicio de curso”, añade Laura. “Esto es un poquito diferente. Vienen niños de diferentes edades, procedencias y estancias, pero aunque parezca caótico, después hay un punto de normalización: una vez que entran, en vez de tener su uniforme, tienen su pijama”, confiesa esta misma profesora.
El contacto con los colegios de origen es fundamental para que la vuelta sea más fácil. “Nos ponemos en contacto con sus centros de referencia para que el niño siga un poco las tareas que el tutor nos va indicando”, explica Loli Ruiz. “Así, cuando se reincorpore, le resulte lo más liviano posible”.
Loli Ruiz y Laura Peña, con su trabajo, nos recuerdan que los niños y las niñas nunca pueden dejar de serlo, ni siquiera en los momentos más duros.
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