Estonia, Lituania y Letonia conocen bien el imperialismo ruso. Estos tres países bálticos fueron anexionados por Stalin en 1944 y se convirtieron en los primeros en independizarse de Moscú en 1990. Desde antes de la invasión de Ucrania, han advertido del peligro que representaba Rusia para Europa Oriental. Su entrada en la Unión Europea y la OTAN buscaba precisamente disuadir a Vladimir Putin de cualquier acción militar contra ellos. Sin embargo, los hechos demuestran que esta protección puede no ser suficiente.
Donald Trump sigue viendo la guerra de Ucrania como una simple disputa territorial. Para el presidente estadounidense, cuanto más terreno ceda Volodímir Zelenski a Putin, antes llegará la paz. Esta visión transaccional ignora el verdadero objetivo del Kremlin: reconstruir el Imperio Ruso y su esfera de influencia. Putin siempre va dos pasos por delante de Washington. Cuando Estados Unidos promete sanciones, Rusia ya sabe cómo evitarlas. Mientras la Casa Blanca habla de paz, Moscú hace todo lo posible para expandir el conflicto.
Tres cazas rusos penetraron en territorio estonio mientras la OTAN debatía si derribarlos, en un desafío directo a la Alianza Atlántica
Este viernes se produjo un incidente gravísimo. Tres cazas rusos entraron en el espacio aéreo estonio y permanecieron allí durante 12 minutos. Durante ese tiempo, el alto mando de la OTAN tuvo que decidir si derribaba los aviones y cuáles serían las consecuencias. Rusia ha negado las acusaciones, argumentando que sus aviones realizaban un vuelo programado desde Carelia hasta Kaliningrado sin desviarse de su ruta por aguas neutrales del Báltico.
Estonia se prepara para defenderse sola
Tras la reducción de la inversión estadounidense en defensa, Estonia es ahora el segundo país que mayor porcentaje del PIB dedica a sus Fuerzas Armadas, solo por detrás de Polonia. La antigua primera ministra Kaja Kallas, actual alta representante de la UE, siempre mantuvo un discurso realista sobre la amenaza rusa. No es casualidad que fuera Kallas quien anunciara este viernes un nuevo paquete de sanciones contra Rusia que afecta principalmente a la venta de gas natural licuado.
Las respuestas internacionales han sido moderadas. Solo el ministro alemán de Exteriores condenó inmediatamente la intrusión rusa. Estonia ha sido más contundente: cerró la frontera con Rusia en el paso de Narva hasta el fin de la guerra en Ucrania y solicitó la aplicación del Artículo IV de la OTAN. Polonia hizo lo mismo la semana pasada sin intimidar a Putin. De hecho, este viernes, cazas rusos también sobrevolaron una plataforma petrolífera polaca en el mar Báltico, poniendo en peligro su seguridad.
Una escalada en el momento más inoportuno
Esta escalada hostil llega cuando Ucrania mantiene firmes sus posiciones en el Donbás. Si ha habido ofensiva rusa de verano, apenas se ha notado. Los avances son mínimos y no apuntan a un fin militar del enfrentamiento. Incapaz de progresar donde ha desplegado cientos de miles de soldados, Putin parece dispuesto a abrir nuevos frentes en lugar de reconsiderar su estrategia.
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