Hablar de sentimientos, salud mental o experiencias personales con naturalidad no siempre encuentra un espacio adecuado. Con esta premisa nace Café Psicológico, un proyecto creado por el psicólogo sanitario Alejandro Zea con el apoyo del Área de Juventud del Ayuntamiento de Málaga.
La iniciativa ofrece un lugar seguro donde desconocidos se reúnen para debatir, reflexionar y conectar a través de temas profundos que rara vez se comparten en la vida cotidiana.
Su impulsor explica que la idea se gestó mucho antes de convertirse en proyecto. «La idea surge realmente de conversaciones que tienes con tus amigos a los 15 años en el parque de tu barrio, del gusto por la reflexión y el debate». Años después, su paso por Salamanca, donde conoció una iniciativa similar, le animó a trasladar el concepto a Málaga.
La propuesta consiste en generar un entorno donde los asistentes puedan compartir, escuchar y debatir temas que afectan a la sociedad pero que pocas veces se abordan de forma abierta. Desde el sentido de la vida hasta el miedo al fracaso o las relaciones humanas, cada encuentro gira en torno a una temática que sirve como punto de partida para el diálogo.
Un público diverso y en crecimiento
Aunque el proyecto comenzó dirigido principalmente a jóvenes, las sesiones han ido ganando variedad de perfiles y edades. También se han realizado encuentros con asociaciones específicas, como la Asociación Cultural de Mujeres Jazmín.
La asistencia media ronda las 60 personas por sesión, aunque algunos encuentros han superado el centenar. Las reuniones se han celebrado en espacios como La Caja Blanca y, próximamente, en la Asociación Arrabal, en Calle Dos Aceras. Actualmente, hay al menos un encuentro al mes garantizado.
Cómo se participa y qué ocurre en cada sesión
La asistencia está abierta a cualquier persona interesada. Para apuntarse, basta con contactar con Alejandro Zea a través de sus redes sociales, especialmente Instagram o WhatsApp, o mediante los enlaces que facilita el Ayuntamiento u otras entidades colaboradoras.
Una vez allí, la dinámica está pensada para que nadie se sienta fuera de lugar. Lo primero es compartir un café para romper el hielo. Después, se presenta el tema del día y los asistentes se distribuyen en grupos aleatorios, lo que favorece la conversación entre personas que no se conocen previamente. Tras el debate en pequeño formato, todos vuelven al grupo grande para poner en común experiencias y conclusiones.
Este formato ha demostrado ser especialmente eficaz para propiciar la apertura emocional. Según cuenta Zea, muchas personas se sienten más libres al hablar con desconocidos: «Las personas que vienen al café me dicen que muchas veces consiguen hablar de temas más profundos y temas que más les afectan a ellos mismos con personas desconocidas que con sus amigos o familiares».
Experiencias que marcan
El recorrido del proyecto ha dejado momentos significativos para su creador. Uno de los más emotivos ocurrió durante una sesión sobre el miedo al fracaso: un joven con autismo compartió ante decenas de personas que para él el éxito personal había sido poder hablar delante de todos ellos teniendo en cuenta «su condición». Tras su intervención, una madre del público comentó que tenía dos hijos autistas y que su sueño era que, de mayores, fuesen como él.
Zea señala que uno de los comentarios que más le enorgullece escuchar entre los asistentes es el agradecimiento por haber creado un espacio donde sentirse comprendidos: «Nos damos cuenta de que los temas que debatimos muchas veces creemos que son cuestiones que solo pensamos nosotros».
El objetivo a largo plazo va más allá de organizar encuentros puntuales. Zea sueña con que algún día el Café Psicológico se convierta en un recurso público estable, un lugar al que cualquier persona pueda acudir de forma habitual para reflexionar, compartir y generar comunidad.
Este proyecto también nace de una motivación personal profunda. «Para mí el sentido de mi vida es ayudar a los demás o en la medida de lo posible producir un cambio», afirma.
Una espacio seguro
El mensaje de su creador es claro: intentarlo merece la pena. «El primer paso siempre da miedo y eso es normal. Pero más allá del miedo siempre hay cosas mucho más bonitas», recuerda.
Café Psicológico se presenta así como un espacio diferente donde hablar sin prejuicios, conocer personas, reflexionar sobre lo que importa y descubrir que aquello que pensamos en silencio suele ser más compartido de lo que creemos.
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