El que fuera teniente coronel de la Guardia Civil y protagonista del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 ha recibido este viernes 24 de octubre el alta hospitalaria, según ha confirmado el despacho A. Cañizares Abogados, que representa a la familia Tejero.
«Tras el desmentido inicial, nos complace informar de que Antonio Tejero Molina se encuentra en situación de estabilidad clínica y ha recibido el alta hospitalaria, continuando su recuperación en el entorno familiar», ha detallado el bufete en un comunicado oficial.
Tras informaciones que lo daban por fallecido, Tejero mejora y se encuentra «en situación de estabilidad clínica»
Fuentes conocedoras de su situación explicaron este jueves que Tejero permanecía ingresado en un centro hospitalario valenciano, «rodeado de toda su familia», con «un poco de fiebre» y «consciente y sereno». El militar golpista, de 92 años, podrá continuar ahora su recuperación en el domicilio familiar tras recibir la autorización médica para abandonar el hospital este viernes.
Nacido el 30 de abril de 1932 en Alhaurín el Grande (Málaga), Antonio Tejero ingresó en la Guardia Civil en 1951. En 1981 ostentaba el rango de teniente coronel cuando protagonizó el intento de golpe de Estado que le convertiría en uno de los personajes más controvertidos de la historia reciente de España. Fue condenado por rebelión militar a 30 años de cárcel, aunque finalmente cumplió solo la mitad de la pena y fue puesto en libertad en 1996. Tras el golpe fallido, fue expulsado del cuerpo de la Guardia Civil.
«¡Quieto todo el mundo!»
Tejero se convirtió en el rostro visible del 23-F gracias a su icónica frase «¡Quieto todo el mundo!», con la que interrumpió la votación que estaba teniendo lugar en el Congreso de los Diputados durante la investidura como presidente del Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo, que iba a suceder al entonces dimitido Adolfo Suárez.
El teniente coronel irrumpió en el Hemiciclo a las 18.23 horas acompañado de más de 250 guardias civiles armados ordenando a los presentes que se tirasen al suelo. «¡Al suelo!», gritó subido a la tribuna del Congreso, desde donde disparó varias veces al techo.
Todos los diputados se agacharon excepto tres: Adolfo Suárez, su vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado y el líder del Partido Comunista (PCE) Santiago Carrillo. Desde ese momento, los 350 diputados pasaron más de 17 horas secuestrados en la Cámara Baja.
La asonada contaba con el apoyo de sectores militares contrarios al Estado de las Autonomías, la legalización del PCE o algunas reformas del Ejército. Fue orquestada por el propio Antonio Tejero, el entonces segundo jefe del Estado Mayor del Ejército Alfonso Armada y el capitán general Jaime Milans de Bosch, que decretó el estado de excepción en Valencia y sacó los tanques por sus calles.
El mensaje del Rey
El golpe se empezó a desmoronar tras el mensaje televisado de madrugada del Rey Juan Carlos I, que ataviado con el uniforme de capitán general de las Fuerzas Armadas mostró el apoyo de la Corona a la Constitución y a la democracia.
Sin apoyo militar ni político, Tejero no tuvo más opción que rendirse. Pasadas las 12.00 horas del 24 de febrero, los guardias civiles abandonaron el Congreso y liberaron a los diputados, poniendo fin a una de las jornadas más tensas de la democracia española.
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