Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemora el 29 de octubre, el profesor y neurólogo Félix Viñuela, experto de la Universidad CEU Fernando III, ha destacado la importancia de la prevención y la detección temprana como principales herramientas para reducir el impacto de esta enfermedad, considerada la primera causa de discapacidad en adultos y la segunda de demencia a nivel mundial.
Viñuela subraya que “prevenir el ictus es posible y que, si se controlan adecuadamente los factores de riesgo vascular, se puede reducir hasta en un 90% la probabilidad de sufrirlo”. Entre estos factores, el especialista menciona el control de la hipertensión arterial, el colesterol, la glucosa o la diabetes, así como la adopción de hábitos de vida saludables.
“Seguir una dieta mediterránea, rica en frutas y verduras y baja en grasas saturadas, realizar ejercicio físico aeróbico de manera regular, reducir el estrés y evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el exceso de alcohol son medidas fundamentales”, explica el profesor.
Actuar con rapidez ante los síntomas
El experto advierte de la necesidad de reaccionar con rapidez ante los primeros signos de un ictus, ya que se trata de “una emergencia médica de nivel 1”. Según Viñuela, “el tiempo es cerebro”: cuanto antes se actúe, menor será el riesgo de sufrir secuelas motoras, cognitivas o emocionales.
Para detectar un posible caso, recuerda la utilidad del método FAST, acrónimo en inglés que ayuda a identificar los síntomas clave: caída de un lado de la cara (Face), debilidad en un brazo (Arm), dificultad en el habla (Speech) y la necesidad de actuar con rapidez (Time).
“El porcentaje de secuelas que una persona puede tener tras un ictus depende directamente del tiempo de respuesta. Cada segundo cuenta, y cada minuto que ganamos en iniciar un tratamiento precoz de reperfusión mejora el pronóstico”, señala.
Controlar los factores de riesgo también protege
Además de prevenir el ictus, el control de los factores de riesgo vascular contribuye a reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. “Si controlamos la hipertensión, la diabetes o la dislipemia, seguimos una buena alimentación, hacemos ejercicio y gestionamos el estrés, podemos disminuir hasta un 40% el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas”, explica Viñuela.
El neurólogo insiste en que la prevención y la educación sanitaria son pilares esenciales para reducir la incidencia del ictus y sus secuelas. “Prevenir es siempre más eficaz que curar, y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre una recuperación plena o una discapacidad de por vida”.
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