El Estepona-Málaga es mucho más que un simple partido de fútbol. Si bien es cierto que los locales están mucho más asiduos a este tipo de ecosistemas, los malaguistas se retrotraen a una época no muy lejana de auténtico ‘futbol de barro’. Son muchas las anécdotas que esconde este Muñoz Pérez, donde los pequeños detalles reflejan la realidad que viven los equipos más modestos de este fútbol -ni mejor ni peor, simplemente diferente-.
Una de las grandes curiosidades reside en la venta de cervezas en el propio estadio, algo completamente impensable en el fútbol profesional y que, sin embargo, en esta realidad no es más que una rutina. Los aficionados se agolpan en los puestos del estadio mientras disfrutan de esta bebida fresca junto con amigos, donde blanquiazules y esteponeros piensan, tan sólo, en pasar un buen rato.
Pero no es lo único que esconde este coqueto estadio. Mesas de ‘playa’ para la prensa presente, una escoba con celo que sujeta un cable inalámbrico para evitar tropiezos o aficionados agolpados en las vallas más lejanas al estadio para ver, desde algún resquicio, este auténtico partidazo. Sin duda, un partido que lo tiene todo y que hace bajar a la realidad a jugadores y aficionados acostumbrados a otra realidad. La pura esencia de este deporte.
‘Sold out’ y gran recibimiento: el Estepona-Málaga cuenta con un espectacular ambiente copero
Un recibimiento a la altura
El espectáculo empezaba dos horas antes del inicio del encuentro. Jugadores y cuerpo técnico del CD Estepona llegaron como estrellas del rock a su estadio entre cánticos y bengalas. La afición esteponera recibió por todo lo alto a su equipo, conscientes de que podían volver a hacer historia eliminando a un histórico como es el Málaga CF.
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