Rubén Alcaraz invitó al Granada a otra ronda en la Copa del Rey, aunque cerca estuvo el conjunto rojiblanco de acabar tomando garrafón en el Heliodoro Rodríguez López. No funcionaron los de Pacheta, sin demasiada reivindicación entre los integrantes de la segunda unidad, hasta que Arnaiz volvió a sacarles filo. El Tenerife dominó y tuvo ocasiones para dejarles en la cuneta, aun escaso de acierto frente a la portería. Todo se resolvió en la estrategia, con un cabezazo del mediocentro en lo que De Vuyst salía a por uvas. Suficiente, no obstante, para superar el trámite y dar otro paso adelante.
El caso es que la noche no tardó demasiado en ponerle mala cara al Granada, como una de esas en las que, solo por el ambiente en el local, se adivina que no será memorable. Apenas tuvo tiempo de apoyar el codo en la barra cuando se dio cuenta de que la música que le pinchaba el Tenerife no le molaba. Y, claro, en esas situaciones pasa lo que pasa: los menos habituales no sacan el desparpajo y los que aparecen con frecuencia en el once disocian. Tan solo Rodelas y Pablo Sáenz parecieron tener algo que decir, pero todo lo demás fallaba. Hasta que entró José Arnaiz, de nuevo el elemento desequilibrante, y Alcaraz pidió otra.
El de Alhendín quiso zarandear el árbol desde que el balón empezó a rodar y el de San Adrián culminó con un disparo tan inocente como el aficionado que pensara que esa sería la tónica del encuentro. Ni mucho menos. El rey de la noche en el Heliodoro Rodríguez López era todavía el ‘Tete’, que no estaba dispuesto a soltar la copa. Mahamadou Balde se subió a la moto y tensó un envío al que no llegó Jeremy Jorge por poco, después de pasearse frente a las narices de Luca Zidane.
El Granada no carburaba. El sistema colapsaba en la medular, donde cualquier intento de funcionalidad concluía en cortocirtuito, y los de Cervera acechaban con el cuchillo entre los dientes Se durmió Rubén Alcaraz en los laureles y Balde salió echando chispas. Golpeó con mala uva, pero Luca reaccionó felino para escupir el peligro. Juanjo Sánchez, atento al rebote, sí dirigió mejor el impacto, aunque en su camino se topó Oscar Naasei. Quiso el conjunto rojiblanco rearmarse con paciencia, pero lo del centro del campo era un agujero. Por fuera la cosa era distinta. Se escapó Pablo Sáenz, con ganas de reivindicarse y, tal vez, salir en alguna foto para postear en Instagram. Se deslizó sobre la línea de fondo, agarrado por Zoilo, hasta que el zaguero le zancadilleó en el área. El colegiado, sin embargo, miró para otro lado.
Los canarios apretaban, por si en algún momento le daba a su adversario por arreglar el sistema. Robó Jeremy Jorge y se fue directo a por Flores como si este le debiera dinero. Apareció Oscar Naasei por detrás para enmendar el error, pero cometió falta para cargarse con la tarjeta que le dejaría en el banco al intermedio. El extremo era pura dinamita. Recibió después tras una larga combinación tinerfeña e inició el eslalon hacia el balcón del área. Levantó la cabeza y cruzó su mirada con la de Luca Zidane, tenso ya el arco para soltar la flecha, pero no le cogió rosca.
Arnaiz cambia el juego
Del vestuario regresó el pelotón rojiblanco con José Arnaiz a la cabeza, convertido desde hace semanas en el catalizador del Granada, y el efecto fue inmediato. Poco había transcurrido cuando Gagnidze, algo más adelantado que en el primer acto, golpeó abajo desde la frontal para demostrar que había portero en la otra meta. El talaverano recibió después en el área, habilitado por su paisano Trigueros, pero no logró acomodar bien la pelota para definir frente al arquero. El rechace lo pilló Pablo Sáenz, que se vio celebrando, pero se interpuso Landazuri.
El cuadro nazarí ya era otra cosa, con Arnaiz incordiando como falso nueve. Se descolgó para forzar una falta y de ahí, encargar el billete a la siguiente ronda. De Vuyst escupió el disparo directo de Alcaraz, pero después cogió el micrófono. Pablo Sáenz combó desde la esquina y el mediocentro, sin marca en el área, giró el cuello en lo que el arquero se iba al karaoke. La red acunó el balón y Pacheta suspiró aliviado.
Pero quedaba duelo y los rojiblancos tenían que apretar los dientes. César Álvarez puso un centro que Fran Sabina cabeceó arriba. Más tarde, Calavera cabeceó en un barullo fuera del área, lo suficiente para desatar el caos rojiblanco. Nadie despejó y Jesús De Miguel cruzó con intención de aprovechar el regalo, atento Luca Zidane, como si hubiera visto el futuro, para robarle hasta el aire que respiraba. También se quedó con las esperanzas del Tenerife.
Álex Sola, que acababa de saltar al campo, soltó un latigazo con poco ángulo y Alcaraz, en otra falta, forzó el vuelo sin motor de De Vuyst cuando el pulso del encuentro ya era débil. En el alargue, Arnaiz se enfundó la ‘10’ de Argentina y sacó las pegatinas tanto a José León como a Landazuri. Se citó con el guardameta y picó el tiro con pillería, pero el gol se le fue desviado por poco. Fue lo que le faltó. Al menos, sabe que tendrá otra ronda para encontrarlo.
Ficha técnica:
CD Tenerife: De Vuyst; César Álvarez, Landazuri, José León, Ander Zoilo (Trilla, 84’); Mahamadou Balde (Noel López, 56’), Josep Calavera, Juanjo Sánchez, Jeremy Jorge (Alassan, 56’); Fran Sabina (Jesús De Miguel, 75’) y Maikel Mesa (Enric Gallego, 75’).
Granada CF: Luca Zidane; Pau Casadesús, Oscar Naasei (Loic Williams, 46’), Flores (Manu Lama, 72’), Diego Hormigo; Rubén Alcaraz, Manu Trigueros, Luka Gagnidze; Pablo Sáenz (Álex Sola, 72’), Rodelas (Souleymane Faye, 77’) y Bouldini (José Arnaiz, 46’).
Goles: 0-1: Rubén Alcaraz, min. 61.
Árbitro: Manuel Ángel Pérez Hernández, del comité madrileño. Amonestó a los locales Jeremy Jorge y Enric Gallego, así como a los visitantes Oscar Naasei, Diego Hormigo y Flores.
Incidencias: encuentro correspondiente a la segunda ronda de la Copa del Rey, disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López.