A solo unos días para dar el pistoletazo de salida al inicio oficial de la Feria de Málaga, las casetas del Real del Cortijo de Torres se viste de gala, entre sonidos de metal contra metal, taladros, el crujir de maderas recién cortadas y camiones con materiales de construcción, de cara al 16 de agosto, fecha de inicio de esta edición.
Algunas de las casetas ya presentan las decoraciones, barras, zona de reservados… Y otras están en ello. “Pensaba que íbamos más pegados de tiempo, pero hemos apretado y, en estos últimos días, hemos acortado plazos para no ir tan justos. Si no lo hubiéramos hecho así, nos pilla el toro”, admite José Domínguez, dueño de la caseta Rey de Copas, número 148.
Los responsables de montaje trabajan con el calendario pegado al corazón. Algunas han realizado una remodelación más profunda de la decoración, respecto al año pasado, y otras han pulido detalles menos importantes. “La experiencia es un grado. Nosotros llevamos ya 10 años estando presentes en la Feria de Málaga y, aunque siempre haya algún contratiempo, más o menos hemos mantenido la misma decoración que el año pasado. Lo que sí que hemos mejorado es la zona de reservados y el sistema de ventilación, que dio algunos problemas en la edición pasada”, explica Jesús Pérez, uno de los dueños de la caseta El Palmeo, caseta 161-162. Otras casetas tuvieron secuelas de la DANA, que dejó daños en techos y suelos por las fuertes lluvias, lo que ha obligado a reconstruir partes enteras.
Los caseteros están comprometidos en cumplir con las medidas de la nueva ordenanza municipal. Según esta, se prohíbe entrar en bañador o ropa deportiva, y añade que no estará permitido salir con vasos fuera de la caseta. “Para nosotros es muy positivo. Es un acierto. Las personas que vengan de aquella manera a los sitios, no entran. Hay que ir con un mínimo de decoro. No se puede ir vestido de cualquier manera”, afirma el Ángel Estacio, dueño de la caseta Señorío.
Pasear hoy por el Real y entrar en una caseta es como observar un cuadro a medio hacer: cables sueltos, escaleras, obreros de un lado hacia otro, trozos de madera por el suelo… Un caos, en parte, necesario para tener un buen resultado final. Para esta edición, las previsiones por parte de las caseteros son claras: mejorar los números del año pasado, que no ocurran altercados, que la gente se sienta como en casa y que se disfrute con buena música y un ambiente de fiesta. A falta de los últimos detalles, Málaga ya está lista para dar el pistoletazo de salida a una de las fiestas más esperadas en la ciudad.
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