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Amargo, sobre su detención y el padre de Begoña Gómez: «Tardaron cuatro años en darse cuenta de lo que decía»

Rafael Amargo (Valderrubio, 1975) quiere olvidar lo vivido en los últimos cuatro años. La duda le ha perseguido en este tiempo, acusado de narcotráfico e, incluso, encarcelado por ello. Siempre defendió su inocencia, pero no fue hasta el pasado mes de marzo cuando la titular del Juzgado de Instrucción número 27 de Madrid archivó por falta de pruebas la última causa de este presunto delito. «Lo único que pienso es que no tenía que haberme pasado, como ahora lo he demostrado, porque ahora, ¿quién te lo devuelve a ti?», se pregunta, antes de volver al escenario en Granada con Majestad Flamenca. Él tiene claro que no podrá ser compensado, así como que su detención estuvo relacionada con una sauna del padre de Begoña Gómez.

Rafael Amargo: «Empiezo el segundo tiempo del partido de mi vida y quiero hacerlo bailando»

Comentaba que empezaba el segundo tiempo de su vida. Ha estado delicado estas semanas. ¿Cómo se encuentra?

Estoy bien, pero tengo mi pena ahí, porque he sido una persona muy fuerte, soy una persona resiliente, pero el cuerpo no es una máquina y hay veces que se agota. De la misma pena. Yo pensaba que los nervios son una cosa y una enfermedad es otra, pero no. Los nervios pueden provocar muchas cosas, enfermedades como quedarte parado. No te ha pasado nada, no has comido mal y, de repente, vienen unas fiebres de 40ºC. Tu cuerpo está manifestando que no está bien. Ahí yo noto que tengo que parar y, sobre todo, como me decía mi amiga Carmen Laura, tienes que intentar inhalar y exhalar, relajarte, porque nunca por nada pasa nada. Vivo a una velocidad de vida y muchas veces por pararte cinco minutos no pasa nada. Si se te escapa el tren, ya cogeré el siguiente. Aprendo y escucho mucho a mis amigos, muchos han estado conmigo en todo lo que he sufrido y muchos que después me han visto. Hay cosas que son como tan imposibles… Muchas veces, la realidad supera a la ficción. Pero te pasa en la realidad y no tienes manera de parar ni tampoco de avanzar. Entonces, hay un bloqueo en mi cabeza que es lo que también me provoca la enfermedad. La enfermedad es ninguna. Es una ansiedad. Porque ni trabajando puedo. Indurain va con una bicicleta, y te das cuenta de que gana porque ha llegado a la meta el primero. Pero en el arte, cuando estás en un nivel, los artistas son todos buenos, pero eres tú el que decides quién te gusta más, quién menos o quién se quiere vender más. Hay personas en los rincones de Andalucía bailando increíblemente bien. Entonces, no quiero decir que en mi arte sea el que mejor baila, pero lo que a mí me toca sufrir es por lo que yo he ganado estar donde estoy, que es por esta exposición mediática. Abrí una puerta y me metí en un sitio en el que era lo que había, que te daban hostias. Ahora me están dando las que no me habían dado antes, pero sabía que algún día me las tendrían que dar, porque de ahí no sale nadie de ninguna manera, porque es una exposición muy grande. 

«aCEPTO LAS COSAS, PERO NO DE LA MANERA QUE SE DICEN QUE SON, PORQUE SON INCIERTAS COMO SE HA DEMOSTRADO»

Acepto las cosas, pero no de la manera que dicen que son, porque son incorrectas e inciertas, como así se ha demostrado. Todo eso es una lucha que en el nervio se te queda. Lo único que me lo quita es volverme a poner las botas. Por eso, toda esa rabia la mato en el escenario. Bailando y cantando, que también canto, pero porque con esa alegría y esa cosa, yo me lo quiero pasar bien. Si yo me lo paso bien, el público se da cuenta. Últimamente estoy quitándome de problemas, de lucha. Hemos ensayado muy poco o nada, porque no hace falta ensayar. Hace falta que tú propongas y traigas tu material.  Los dos artistas que vienen conmigo lo hacen con su material. El que sabe bailar sabe. Le hace falta practicar, a lo mejor, para el fondo. Pero si tú mañana te pones las pilas todo el día, por la noche vuelas. Lo que no se enseña es el conocimiento, pero eso ya se trae. Para mí, es una comunión increíble bailar con un maestro, con un artista más joven y que los tres nos llevemos bien. Es como cuando eres actor, trabajas en una película y tienes un reparto increíble. Eso es lo bonito. En el baile es muy difícil compartir porque somos muy encorsetados. Uno tiene su compañía y nada más que baila con su cuerpo de baile. Esa cosa no me gusta. Me gusta compartir y aprender. Hay otros compañeros a los que no les gusta eso y los demás lo hemos sufrido. Una tontería muy gorda, porque hoy en día, hasta los cantantes grandes hacen colaboraciones con otros cantantes. Las personas que sí hacemos colaboraciones, como yo, las disfrutamos muchísimo con otras personas que tienen mi misma manera de pensar y de verlo. Entonces, en eso estoy yo, con mi disco y unas colaboraciones de puta madre.

En ese proceso de sanación, que ha sido mucho tiempo sin bailar, ¿la cabeza se va mucho a ese mes de diciembre de 2020, cuando empezó todo?

Cuando me vi yo solo en un iPad, haciendo un vídeo que me dormía en un manicomio, me dije ‘no, eso es lo que quieren’. Yo de mi cabeza estoy muy bien. He perdido un poquillo de vista, un 40% de oído de un lado y un 25% del otro. Me he quedado un poquillo sordo porque por algún lado te tienen que atacar los nervios. Pero si te falla esto -se señala la cabeza-, te falla todo. Yo luché contra eso porque empezaron a medicarme. Dije ‘nada, para adelante’. Lo primero, mi cabeza, que sea lo que esté a tope. Mi cabeza está en los pies. Me pongo las botas y empiezo a bailar.

«Lo peor es que, cuando se demuestra que es una verdad, no pueden buscar a los que lo han hecho. Es lo que deberían hacer»

Pero sí, cuando se me va al 2020 la cabeza, lo único que pienso es que no tenía que haberme pasado, como ahora lo he demostrado, porque ahora, ¿quién te lo devuelve a ti? Pero lo peor de todo es que, cuando se demuestra que es una verdad, no pueden buscar a los que lo han hecho. Es lo que deberían hacer, que lo corrija el que lo haya hecho mal, igual que yo he demostrado que no lo he hecho mal. Eso sería hacer justicia del todo, pero se hace hasta ese punto. Ahora, con amor propio y pensando en mí, si tuviera que escarbar, quisiera decir ‘vale, yo ahora he salido aquí ganando, pero otro ha perdido, ¿y qué hacen con el que ha perdido?’. Un tironcillo de orejas tendrían que darle -ríe-.

Fueron muy sonadas sus declaraciones al salir de prisión, en las que señaló como motivo de su detención…

Alrededor del motivo -interviene antes de que concluya la pregunta-. El motivo era que no había ningún motivo. Entonces, verdaderamente, tampoco puedo hablar claramente. Además, si ahora que han pasado cinco años y he ganado, no he hablado, creo que tampoco debo hablar, porque son cosas tan serias que no puedo frivolizar ni, en un minuto de entrevista, decir cosas. Las personas no son tontas, la gente es inteligente y, después de pasar tiempo, lo ve. Lo que sí me gustaría también es que alguno escarmentara. Esto le ha venido muy bien a muchas personas y muy mal a otras. No hay más verdad que la que pesa. Pero sí debería haber una asociación para víctimas de casos judiciales. Yo he tenido la suerte de que mis padres me han apoyado y todo esto, pero imagina que le pasa a una persona que no tiene esas herramientas para que le ayuden o no tiene la cabeza como yo de ser tan resiliente y fuerte. Estaría enterrado. A los difuntos me gustaría bailarles. A lo mejor, porque yo estoy resucitando, porque me he sentido muerto o agonizando. La impotencia es muy grande, pero ahí tienes que parar. Ya que te ha pasado, cómo puede ser la mejor manera. Esto ya está aquí, el tiempo se encargará de demostrar que llevo razón y ya -suena el teléfono del bailaor, que se tiene que ir pronto a ensayar-.

«Me llamo Rafael Amargo. Encantado, señor Ábalos. Pero sí, lleva razón, dije una realidad sin señalar a nadie»

Sigamos con lo que estábamos hablando. Después de este tiempo, ¿mantiene que hubo relación en su detención con el padre de Begoña Gómez?

Bueno, la relación que hay ahí, es que verdaderamente… Mira, lo mejor de todo, y para concretar, es que han tardado en darse cuenta de lo que yo decía cuatro años. Como dice el señor Ábalos, etcétera, en todas las redes sociales. ‘Ya hace cuatro años que viene diciéndolo el flamenco’. El flamenco no, me llamo Rafael Amargo. Encantado, señor Ábalos. Pero sí, lleva usted razón. Pero yo no dije nada, dije una realidad sin señalar a nadie. También dicen en las redes sociales que por haber dicho eso me han absuelto. No, a mí me han absuelto porque hay un caso que no tiene ni pies ni cabeza. No me han dado ni la oportunidad de verme para pedirme perdón. Como no me he comunicado con ellos, me han absuelto porque un juez así lo ha requerido. Ahora vienen las navidades, a ver si viene el pavo con guindas. Lo que quiero demostrar es que ni soy fantástico ni soy mentiroso ni me invento las cosas. Mira cómo cuatro años después las cosas pasan. Si he dicho una y se ha cumplido, como diga la dos, la tres y la cuatro… No va a ser el caso, pero también me toca lo mío, porque el valor y el tiempo tienen un precio. Tampoco estoy mudo, pero estoy mudo. Quien me conoce sabe que a mí me tienen que matar y no hablo de nada, pero mira cómo lo que he dicho lo he demostrado. Por eso, hago yoga y me voy callando por dentro. Si fueran un poquito inteligentes, dirían ‘hay que echarle una mano’. Más que nada, para que no nos busque otro problema.

«A la señora alcaldesa le faltó ponerse en su sitio en los goya y hacer las cosas como se debe»

La mejor manera de salir de este parón y todos estos años es con un baile en un tablao, y mejor si es en su Granada, ¿no?

Yo soy muy localista, pero estoy un poquillo enfadadillo con mi tierra. Un poquillo, tampoco tanto. Soy granadino por los cuatro costados, pero es verdad que muchas veces le quieren a uno más a uno en otro sitio que en su tierra. No pasa nada, porque a mí, gracias a Dios, como me quieren en otro sitio, el amor que necesito para ser feliz ya lo tengo. Tengo muy buenos amigos de aquí en esta tierra. Habría algunas cosas que corregir, como por ejemplo, los pasados Goya. ¿A un artista granadino no lo invitan? Sí me invitaron, pero tampoco pudo ser. Ahí falta ponerse en un sitio, porque la complicidad también es un delito y la que no hace las cosas por callarse y estar mejor también lo hace, porque la justicia es hacer las cosas por derecho. Le guste a quien le guste. Por derecho no es que a mí me dejen fuera o, por ejemplo, a Rosa López. Es decir, a los artistas representativos. Si tampoco puedo estar en el escenario, invítame. ‘No, por ciertas cosas’. Ahí a la señora alcaldesa de Granada le faltó ponerse en su sitio y hacer las cosas como se debe. Si no, no pasa nada. Siempre nos quedará Valladolid, como a Concha Velasco.

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