Mucha gente se pregunta de dónde saca la energía el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, para mantener a sus 82 años una agenda laboral tan activa. Hay quien dice que los frutos secos le ayudan a coger energía entre reunión y rueda de prensa. Hay quien piensa que tiene dobles profesionales, doppelganger que se ponen en la solapa el pin de la agenda 2030, combinan la corbata y le ayudan a cumplir con sus labores para dar respuesta a las necesidades de una ciudad que no para de crecer. Pero todo apunta a que su secreto es el H2O. Ese vasito de agua que a cada rato le da el sorbo mental indispensable y la fuerza para, después de 25 años con la vara de mando, seguir maquinando ideas o buscar la manera de acelerar proyectos encajonados administrativamente.
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Precisamente, el alcalde vive una vida en la que el agua está presente en todo momento. Es un nadador experimentado que además de para afianzar su salud, seguro tiene tiempo en sus largos para darle vueltas a los problemas de la ciudad. Proyectos que tienen que ver con los ríos de la vida como su ‘pedrada’ con los puentes plazas del Guadalmedina. Una obsesión que va en la línea de seguir conectando la ciudad con el mar y con su Puerto a través de iniciativas como el gran hotel de lujo del dique de Levante o el Auditorio para eventos culturales y congresos a escasos metros del Mediterráneo.
Los ‘400 golpes’ del alcalde
«Be water, my friend» («sé agua, amigo mío»), fue aquella frase popular de Bruce Lee que un anuncio trajo al presente y que perfectamente podría acuñar este alcalde al que le cabe el adjetivo de jovial. Precisamente, en la entrevista concedida a 101TV en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga, el regidor insistió varias veces en la importancia de formarse y saber hablar bien inglés. Una cuestión que introdujo en cuestiones como los minipisos, quién sabe si por aquello de que puedan venir nómadas digitales de otros países o porque el alcalde está en la línea de pensamiento del director de cine François Truffaut que creía que había que aprender la lengua del imperio a toda costa.
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Truffaut, por más que se compraba libros de inglés cada vez que iba a Los Ángeles, no acabó dominando la lengua de Shakespeare. El director de ‘La noche americana’ pudo, pese a todo entenderse con Hitchcock, que no entendía el francés y firmar un libro que ha marcado el cine. El alcalde De la Torre es un francófono reconocido y algo se maneja en inglés, una lengua que como incidió durante la conversación con 101TV es muy importante saber.
No sabemos si el inglés es la llave de un minipiso o de un ‘pisito’ como en aquella historia -triste- de Azcona. O si sirve para que la natalidad crezca, otra de las preocupaciones del alcalde, quien aboga por pisos pequeños pero no porque la gente no tenga hijos. Su idea es clara, fortalecer la economía, pasar por esa etapa que ha pasado, según él que se incluye, todo el mundo y luego ir comprando cunas y con ellas casas más grandes.
Es, desde luego, una visión optimista de un alcalde que mientras su salud se lo permita seguirá bebiendo agua y obviando el refresco para seguir apostando por sus ‘400 golpes’: aquellos que van desde paliar la crisis de vivienda a proyectos como los puentes plaza, el Auditorio de la Música, la torre del Puerto, los hoteles de lujo, la tasa turística, la reforma de La Rosaleda o la Málaga tecnológica. Ya lo decía Bruce Lee: «No te quedes en una sola forma, adáptala, construye la tuya y déjala crecer, sé como el agua», en una frase que bien podría haber salido de De la Torre, quien parece que su cuerpo esté compuesto de más de un 80% de agua.