La tarde en el Banús Football Center auguraba emociones fuertes y el vello se erizó hacia el ecuador del primer tiempo. El sol caía con un tono dorado y en la grada, el entusiasmo hacía tratos con la pena que acompaña al adiós. En el corazón de José Callejón, que disputaba su último partido como futbolista, la amalgama de sentimientos alcanzaba los umbrales más altos de intensidad. Y en un segundo todo estalló, frente a una pancarta que, desde el fondo, le agradecía sus servicios: «Calleti, leyenda, Marbella es tu casa». La acción se embarulló y se le agudizó el instinto, porque hay cosas que no cambian por más que pasen los años. Se le heló la sangre y se despidió del fútbol con gol, como lo vivió durante casi 20 años.
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La permanencia del Marbella quedó atada, más si cabe con la sentencia de Dorian tras el intermedio, y todo se convirtió en un homenaje al motrileño. «Arbi, no pites el final, que se nos va», debió de resonar en la cabeza de más de uno, pero sonó el silbato y la emoción se derramó. Callejón se fue a la grada y repartió abrazos. A su padre, que siempre le ha acompañado; a su hermano, que le ha respaldado en cada momento, y a sus amigos. Granero, Óscar Ribot o Álvaro Arbeloa trataban de contener las lágrimas, interminable el aplauso.
Terminado el turno de abrazos, el motrileño cogió el micro, rodeado de toda la hinchada marbellí, a la que se metió en el bolsillo en apenas una campaña. «No ha sido un año del todo redondo. Se ha sufrido mucho, pero al final el objetivo se ha cumplido», se congratuló. «Muchas gracias a todos de corazón, amaré Marbella para siempre y os seguiré», correspondió con cariño, para seguidamente firmar sus últimos autógrafos como futbolista profesional. Abandonó el campo ya en otra etapa, sin dar patadas al balón, pero con una trayectoria tras de sí que, como rezaba otra pancarta, quedará para la posteridad: «Eterno Callejón».