Dieron las 22.00 horas y, en pleno ajetreo de la Granada ya otoñal, repicaron las campanadas. No hubo carrillón ni uvas, aunque algún despistado tal vez pudo pensar que estaba en pleno 31 de diciembre. Fueron más de 90 las que sonaron al unísono, desde más de 25 campanarios, en una composición de sonidos que retumbó por toda la ciudad. Campana sobre campana, durante 45 minutos, por los cien años del Rescate.
Los últimos repiques antes de la gran campanada por El Rescate
Bajo la batuta de la cantante y etnomusicóloga Montserrat Palacios, sonó ‘Amores et Clamar’, una obra compuesta por el músico Llorenç Barber. Fue la manera en que Granada cantó el ‘Cumpleaños feliz’ a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Rescate, de celebración por su centenario fundacional, aunque cada ‘tolón’ también servía como homenaje a la Virgen de las Angustias apenas dos días antes de su procesión anual.
Más apreciable en las alturas
Se coordinaron las campanas de una manera que solo quien tiene el oído acostumbrado fue capaz de entender realmente, pero que para todos fue un espectáculo sonoro, especialmente desde las alturas. Allí, en los lugares en los que el ruido urbano y los edificios no ejercían de pantalla aislante, la ciudad sonó como un único campanario acompasado.
La Torre de la Vela en la mismísima Alhambra, las 16 campanas del la torre de la Catedral, la Basílica de la Virgen de las Angustias o la iglesia de San Nicolás, entre otras. Todas dieron la campanada a la par, todo un desafío que, tras muchos ensayos individualizados, concluyó en una armonización del gran instrumento, como si de un órgano se tratara. La música fluyó entre la Alhambra y el Albaicín, cuyas colinas ejercieron de caja de resonancia para hacer reverberar en los muros de Granada el fervor por el Rescate.