El sol apenas había asomado cuando las primeras siluetas comenzaron a llegar al olivar. Venían de todas partes, de Granada, Madrid, Lisboa, Buenos Aires, Berlín… Algunos hablaban en voz baja, otros guardaban silencio, quizá intentando asumir que estaban a punto de formar parte de una instalación irrepetible. Más de 800 voluntarios se reunieron allí, convocados por Cervezas Alhambra y por Spencer Tunick, el artista neoyorquino conocido por convertir multitudes desnudas en paisajes vivos.
Aquel 20 de septiembre, entre los surcos del olivar, Tunick se movía con calma, observando la luz que cambiaba con los minutos. Su equipo preparaba la pintura verde diseñada para la ocasión, una fórmula suave que convertiría los cuerpos en extensiones del propio paisaje. Los voluntarios se despojaban de la ropa, algunos con timidez, otros con la emoción del desafío, mientras el artista explicaba cómo debían acomodarse entre la tierra y las raíces centenarias.
La escena tenía algo de ritual colectivo. El verde iba uniéndolos, borrando fronteras entre la piel y la tierra. En ese ambiente casi litúrgico, la multitud empezó a adquirir forma, convirtiéndose en una sola imagen que, horas después, ya sería memoria y arte.
Retrato Alhambra 1925: cuando mil cuerpos verdes dialogan con los olivares de Granada
Una obra que funde cuerpos, paisaje y memoria
Esa misma imagen, la que Tunick acabó eligiendo como definitiva, es la que ahora se conoce como Retrato Alhambra 1925, el homenaje de Cervezas Alhambra a su centenario. La fotografía, presentada oficialmente esta semana, condensa lo vivido aquella mañana. Un diálogo poético entre las lomas verdes, la geometría del olivar y cientos de cuerpos pintados del mismo color, fusionados en una quietud que parece eterna.
Cada participante ha recibido una copia impresa de edición limitada, un gesto con el que la marca y el artista agradecen la implicación en una obra concebida desde la creación lenta y la autenticidad. Ellos, los protagonistas que se tumbaron sobre la tierra húmeda y siguieron las instrucciones del artista, forman ya parte de una pieza que pretende celebrar la esencia de Andalucía, su ritmo pausado, su luz sabia y su vínculo inseparable con la tierra.
Tunick lo expresó así: “Esta es la imagen en la que sentí que la naturaleza y las personas se convirtieron en una sola”. Para el artista, el verde fue la clave que siempre había querido explorar, ese color que, según confesó, deseaba introducir en sus obras desde hacía quince años para simbolizar la unión del cuerpo humano con el medio natural. Con este proyecto, su deseo encontró por fin un escenario ideal, el del olivar andaluz, paisaje cargado de identidad y memoria.
Un proyecto que celebra un siglo de arte
Para Cervezas Alhambra, Retrato Alhambra 1925 no era solo una intervención artística. Era la oportunidad de homenajear cien años de historia vinculada a Granada y de hacerlo desde la creación de autor. “El verde de Andalucía, de sus olivares y de nuestra botella icónica facilitó una conexión inmediata con Spencer Tunick”, explicó Emmanuel Pouey, Director General de Marketing de Mahou San Miguel. En palabras del responsable, la obra refleja tanto la filosofía de la marca como su arraigo en la identidad andaluza.
Spencer Tunick: «Quiero entrar en el espacio público y que el cuerpo desnudo forme parte de él»
Retrato Alhambra 1925 se convierte así en la primera instalación de Spencer Tunick en Andalucía, un acontecimiento artístico que afianza a Granada y a su olivar como escenario de obras de gran relevancia internacional. Más que una fotografía, la pieza es una invitación a mirar el territorio con otros ojos, a detenerse en su ritmo lento y en esa serenidad que solo ofrece el sur.
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