La noche del 25 de agosto de 2007 marcó un antes y un después para el sevillismo. La ‘Zurda de Diamantes’, como fue bautizado el lateral Antonio Puerta, se desplomó a escasos metros de la portería de Gol Sur del Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán durante el encuentro contra el Getafe, un duelo que curiosamente se repitió en la misma fecha el pasado fin de semana. Aunque el joven canterano se reincorporó minutos más tarde, la realidad es que su camino hacia los vestuarios escondía un trágico adiós.
Solamente tres días después, aquel 28 de agosto, llegó desde el Virgen del Rocío la noticia que ningún medio de comunicación quería publicar, dejando un vacío en el corazón del fútbol sevillano. La plantilla nervionense conoció el fallecimiento del añorado Antonio Puerta en Atenas, ciudad en la que el club debía disputar una previa de Champions League ante el AEK. Este choque quedó aplazado y durante los siguientes días el Ramón Sánchez-Pizjuán dejó de ser un recinto deportivo para convertirse en un lugar de encuentro para aquellos sevillistas, también béticos, que quisieron honrar la memoria de la ‘Zurda de Diamantes’.
El mundo del fútbol se vistió de luto y lloró el fallecimiento del talentoso y prometedor lateral, que jugó ochenta y ocho partidos con el Sevilla, marcando ocho goles y siendo parte fundamental de una de las épocas más exitosas del club. En tres años, Puerta levantó una Copa del Rey, una Supercopa de España, dos Copas de la UEFA y una Supercopa de Europa.
Desde aquel trágico episodio han pasado dieciocho largos años, sin embargo la afición sevillista no olvida a su querido Antonio. Cada minuto dieciséis, dorsal del jugador, los sevillistas recuerdan a su joven leyenda que dejó en la memoria de todos aquel gol ante el Schalke 04 que sirvió para clasificar al Sevilla a su primera final europea.
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