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El cambio en los últimos diez años de la lucha antiterrorista

La amenaza terrorista ha experimentado una clara evolución en la última década en Europa, pasando esencialmente de atentados obra de Estado Islámico a acciones de individuos que pasan a la acción tras un proceso de radicalización que en general realizan en solitario y en el que cada vez más desempeña un papel clave Internet, y sobre todo las redes sociales y los últimos avances tecnológicos.

Esa es la principal conclusión del informe ‘Evaluación e impacto del terrorismo yihadista en la seguridad europea durante la última década (2014-2024)’ publicado por el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) y elaborado por su director, Carlos Igualada, que en gran medida coincide con la evaluación de la amenaza que hace el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) en su último Informe de Seguridad Nacional 2024.

Tras los ‘mazazos’ que supusieron primero los atentados de París de noviembre de 2015 y los de Bruselas en marzo de 2016 después, obra en ambos casos de células coordinadas por Estado Islámico, a partir de 2017 se observa una transformación «hacia tácticas de terrorismo de baja complejidad y escasa sofisticación en la que los actores solitarios se han convertido en las principales figuras», resalta.

A juicio de Igualada, esta evolución viene motivada en buena medida «por las mejoras en materia de contraterrorismo» pero también por «la pérdida de capacidades de Estado Islámico Central», que en última instancia vería desaparecer su autoproclamado ‘califato’ en 2019, y ha tenido como resultado que «los ataques cometidos sobre suelo europeo sean mucho menos letales y sofisticados» desde entonces.

Esta manera de actuar venía inspirada por las instrucciones dadas desde Estado Islámico de que, quienes no pudieran emigrar a Siria e Irak, actuaran allí dónde estuvieran y con los medios que tuvieran a su alcance. Resultado de estas directrices fueron el atentado de Niza, en julio de 2016, en el que murieron arrolladas por un camión 85 personas, o el perpetrado en diciembre de ese año contra un mercado navideño en Berlín mediante el mismo modus operandi y con el resultado de 12 muertos.

Cambio a organizaciones individuales

Ambos atentados, «bajo el influjo ideológico de Estado Islámico», pusieron de manifiesto, según este experto, que «el terrorismo de inspiración islamista había pasado de requerir estructuras organizativas complejas a depender cada vez más de la iniciativa individual, incentivada por una ideología disponible en línea y de fácil acceso».

A partir de entonces, «los ataques de baja complejidad, cometidos con vehículos que arremeten contra multitudes o el uso de armas blancas se han convertido en tácticas recurrentes», sostiene Igualada, que incide en que «estos ataques no solo requieren poco entrenamiento, sino que tampoco necesitan de ninguna planificación o logística».

Desde de los atentados de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, llevados a cabo por una célula independiente inspirada en Estado Islámico y que dejaron un total de 16 muertos, según resalta el director del OIET, «no se ha vuelto a dar ninguna acción terrorista que haya dejado más de cinco víctimas mortales» en Europa.

Este cambio generó un nuevo reto a los responsables de la lucha antiterrorista europeos: «la detección temprana de individuos radicalizados que podían pasar desapercibidos hasta el momento del ataque», subraya Igualada en su informe, recogido por Europa Press, incidiendo en que «la velocidad de los procesos de radicalización, a menudo impulsados por el consumo intensivo de contenidos digitales, dificultaba la prevención».

«La facilidad de acceso a materiales y la capacidad de autoradicalización, favorecida por el uso de las plataformas digitales, ha ampliado el espectro de posibles perpetradores y sus perfiles», alerta Igualada, que subraya que «en estos momentos están inmersos en actividades yihadistas desde menores hasta personas jubiladas que llevan a cabo la comisión de una amplia variedad de delitos relacionados con el terrorismo».

Amenaza de actores solitarios

«Los llamados actores solitarios, generalmente autorradicalizados», coincide el DSN en su informe, consultado por Europa Press, «siguen siendo el principal vector endógeno (de amenaza terrorista en España) debido a la dificultad para su detección, lo que incrementa las probabilidades de éxito en sus potenciales ataques».

Aunque en general en sus acciones emplean «métodos rudimentarios de fácil acceso» contra objetivos vulnerables o de oportunidad, en algunos casos «muestran una mayor voluntad de sofisticación mediante el uso de armas de fuego y explosivos», admite el departamento, que depende de la Presidencia del Gobierno.

En su informe, el DSN también llama la atención sobre la importancia del ciberespacio no solo para mantener el contacto con los seguidores o hacer llegar instrucciones, sino principalmente «como herramienta propagandística para la captación de simpatizantes», así como para la difusión de manuales y otro tipo de material para la preparación de atentados.

En este sentido, pone de relieve la capacidad demostrada tanto por Al Qaeda como por Estado Islámico «para reinventarse y trasladar su mensaje consiguiendo que la propaganda sea su sistema más eficiente, tras la pérdida de control territorial», algo a lo que también ha contribuido su carácter descentralizado, con sus filiales en distintas zonas asumiendo un rol preponderante.

Tal y como resalta Igualada, Estado Islámico Jorasán (ISKP), la filial que opera en Afganistán, se ha convertido en el último ejemplo de franquicia capaz de atacar más allá de su escenario tradicional, como lo demuestran los ataques perpetrados en 2024 en Kermán (Irán) y en Moscú. A juicio de este experto, esta filial «supone, por su potencial y capacidad para cometer acciones terroristas de alta letalidad, una amenaza para Europa igual o incluso mayor que la que representa su matriz».

Principales desafíos

Así las cosas, el director del OIET, que depende de COVITE, identifica los que considera que son los principales desafíos de los responsables de la lucha antiterrorista en Europa, empezando por la necesidad de «combatir el modelo de terrorismo ejercido por actores solitarios que se autoradicalizan a través del consumo de propaganda en entornos online y que deciden dar el paso hacia el ejercicio de la violencia».

En este sentido, defiende la necesidad de «desarrollar e implementar programas eficaces de prevención de la radicalización especialmente entre los más jóvenes para tratar de evitar que cada vez más menores europeos se impliquen en actividades yihadistas tras abrazar el ideario extremista».

Por otra parte, llama la atención sobre la necesidad de dedicar mayores esfuerzos y atención a los centros penitenciarios, que considera «espacios idóneos para la proliferación del extremismo y para llevar a cabo labores de captación y adoctrinamiento terrorista», tras haberse constatado varios casos en los últimos años, habida cuenta además del impacto que esto tiene una vez «estos individuos radicalizados se reincorporan a la sociedad» cuando salen de prisión.

Asimismo, apuesta por «monitorizar y detener a los combatientes terroristas extranjeros que estén volviendo a sus países de origen tras haber combatido bajo la bandera de Estado Islámico y que cuentan con una radicalización extrema, con potenciales capacidades para radicalizar a otros individuos bajo una formación y experiencia en el manejo de armamento y tácticas militares».

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