El Partido Socialista atraviesa una de las crisis más graves de su historia reciente tras estallar el caso que implica directamente a Santos Cerdán, hasta hace poco número tres del PSOE y uno de los hombres de mayor confianza del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El informe elaborado por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha destapado una presunta trama de corrupción que salpica no solo a Cerdán, sino también al corazón mismo del poder socialista.
El documento, que incluye grabaciones realizadas por Koldo García, colaborador habitual de Cerdán y del exministro José Luis Ábalos, desvela un sistema de amaño de contratos públicos y cobro de comisiones que se habría extendido durante más de una década. Esta revelación ha desatado un auténtico terremoto político, cuyas réplicas no cesan y que amenaza con derrumbar parte del edificio institucional sobre el que se sostiene el Ejecutivo de Sánchez.
Suspensión de la agenda pública
Desde que se conocieron los primeros detalles del escándalo, Pedro Sánchez ha suspendido toda su agenda pública y se ha refugiado en el Palacio de la Moncloa, rodeado de un círculo cada vez más reducido de colaboradores. Según fuentes del Gobierno, el presidente estaría «volcado» en la preparación de la próxima cumbre de la OTAN en La Haya, aunque otras voces dentro del PSOE admiten que Sánchez busca, ante todo, una salida política que le permita resistir el vendaval.
Este viernes, el presidente mantuvo una reunión privada con Salvador Illa, president de la Generalitat de Catalunya y uno de los pocos dirigentes en los que Sánchez mantiene intacta su confianza. La cita, que no aparecía en su agenda oficial, tuvo lugar casi al mismo tiempo que agentes de la UCO accedían a la sede de Ferraz para clonar el correo electrónico de Santos Cerdán. Una imagen que, según fuentes socialistas, resulta «devastadora».
Conmoción en Ferraz
La conmoción dentro del PSOE es total. Cerdán no era un dirigente cualquiera: era el encargado de las misiones más delicadas del partido, entre ellas, la negociación de la ley de amnistía con Carles Puigdemont o el acercamiento de presos de ETA. Su caída no solo supone un golpe al funcionamiento interno del partido, sino que erosiona de forma directa la autoridad del presidente.
El escándalo ha desatado una ola de desconfianza interna sin precedentes en el partido. Los vínculos de Cerdán con dirigentes de diferentes territorios, sumados al temor de que las conversaciones grabadas por Koldo García involucren a otras figuras relevantes, han sembrado el pánico entre cuadros intermedios. Esta misma semana, en Navarra, la presidenta María Chivite se vio obligada a cesar a su número dos tras conocerse que su pareja trabajaba en una empresa vinculada al caso.
Por su parte, la secretaria de Política Económica y Transformación Digital del PSOE, Enma López, ha asegurado que el partido está colaborando con la Justicia, después de que agentes de la UCO de la Guardia Civil acudiesen este viernes a la sede socialista en la calle Ferraz para clonar el correo electrónico del ‘ex número tres’ Santos Cerdán.
La estrategia inicial del presidente de aislar el escándalo a tres nombres —Ábalos, Cerdán y García— ya no convence ni dentro ni fuera del PSOE. El impacto es demasiado amplio y pone en tela de juicio no solo a los implicados directos, sino también el sistema de designaciones, controles y lealtades dentro del partido.
El PNV pide explicaciones urgentes
En tanto, la portavoz del PNV en el Congreso, Maribel Vaquero, ha calificado este viernes de “delicada” la situación que atraviesa Pedro Sánchez tras la renuncia de Santos Cerdán, asegurando que el presidente no tiene “un plan claro” para afrontar la crisis. En una entrevista en RNE, Vaquero aseguró haber visto al presidente “afectado y preocupado” en su reciente encuentro en Moncloa, y reclamó que comparezca cuanto antes en el Congreso para dar explicaciones: “No habrá paz hasta que Sánchez no lo haga”.
Aunque el PNV no considera esta crisis equiparable a la que provocó la moción de censura contra Mariano Rajoy —ya que entonces había una sentencia firme contra el PP—, advierte que todo dependerá de las revelaciones judiciales y de cómo responda el presidente. Vaquero también dejó claro que el escándalo no afectará al pacto con el PSOE en Euskadi y criticó el deterioro de la relación con el PP, descartando cualquier entendimiento que implique a Vox. Aun así, reconoció que “la amenaza de un Gobierno del PP con Vox ha perdido fuerza como elemento de cohesión del bloque de investidura”.
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