Truman Capote, Sigmund Freud, Miguel de Unamuno o Virginia Woolf prefirieron como animal de compañía a los perros y son algunos de los escritores que conforman la excepción en la regla que dice que el gato es la mascota favorita de los literatos. La nómina es muy completa: Patricia Highsmith, Hemingway, Doris Lessing, Borges, Cortázar, Joyce Carol Oates, Bukowski, Poniatowska, Soseki, Colette, Victor Hugo, Neruda, T.S. Eliot, Umberto Eco, Kipling, Georges Perec o Murakami, entre muchos otros. Será porque viene bien para acompañar la soledad o por esas miradas que esconden misterio.
Este 8 de agosto se celebra el Día Internacional del Gato y aunque el cliché dice que los felinos son ‘cómplices’ del mal como cuando Marlon Brando en ‘El Padrino’ acaricia uno de estos animales mientras planifica sus actividades mafiosas o como el gato regordete del malo del ‘Inspector Gadget’, la realidad es que estos mamíferos tienen un gran componente literario ya desde ‘El gato negro’ de Poe o el cuento popular de ‘El gato con botas.’
Los gatos de seis dedos de Hemingway
Es conocida la afición de Ernest Hemingway a los gatos, pero además con una rareza añadida. El autor de ‘El viejo y el mar’ era un ‘loco de los gatos’ y durante muchos años adoptó a estos felinos buscando a aquellos que eran polidáctilos, es decir con más dedos de los habituales. En su casa de Cayo Hueso, Florida, el escritor alojaba a estos gatos con la particularidad genética de que tenían seis gatos.
Una excentricidad de un escritor clave del siglo XX al que le gustaba posar con datos: «Tienen una honestidad emocional absoluta. Los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar lo que sienten; un gato no lo hace», dejó dicho el firmante de ‘Fiesta’, quien valoraba el alma libre y serena de estas mascotas, que le aportaban una verdad necesaria para afrontar la realidad.
Las siestas de Borges con Beppo
El argentino Jorge Luis Borges no ganó el Nobel de Literatura como Hemingway, pero sí coincidió en su afición gatuna. Tuvo dos gatos, ambos con nombres que hacían referencia a la cultura: Odín y Beppo. El autor de ‘El Aleph’ le dedicó un poema a esta animal en el que concluía lo siguiente: «En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño». Además, siempre estaba rodeado de los felinos que rodeaban a este escritor que acabó sus días con la vista perdida pero que disfrutaba de la compañía felina, hasta el punto de que el gato Beppo se echaba siestas en su regazo.
«Es un diablo hermoso»
«El gato es un diablo hermoso, nunca mejor dicho. Algunos perros y algunas mujeres acaban cediendo, pero los gatos, joder, seguirán ronroneando y bebiendo leche», dejó dicho Charles Bukowski, un literato de aquellos que se dicen maldito que encontró en los bigotes de los gatos una razón para contrarrestar el realismo crudo y sucio de sus relatos y sus poemas. Hay un libro póstumo suyo dedicado a estas mascotas (llegó a tener nueve gatos) en el que explicaba que frente al pesimismo y las malas sensaciones era bueno estar rodeado de gatos.