El obispo de Córdoba, Jesús Fernández, ha cumplido sus primeros seis meses al frente de la Diócesis, un semestre marcado inevitablemente por el incendio que afectó a una parte de la Mezquita-Catedral el pasado 8 de agosto. El prelado ha realizado un balance de la gestión del monumento, subrayando que, aunque la actuación del Cabildo es «ejemplar», la realidad exige no bajar la guardia.
Fernández ha sido claro al afirmar que «el riesgo cero no existe». Por ello, pese al reconocimiento de organismos internacionales como la Unesco a la labor de conservación, considera indispensable «seguir perfeccionando los sistemas» de autoprotección. Esta mejora continua pasa por la formación constante del personal y una estrecha colaboración con las instituciones públicas, una estrategia que ya está en marcha.
El obispo ha recordado que la custodia del templo no es una tarea improvisada. El Cabildo lleva ejerciendo esta responsabilidad desde el año 1239, acumulando casi ocho siglos de experiencia. Prueba de esta eficacia es que sus planes de seguridad (los documentos técnicos que regulan cómo actuar ante emergencias) están siendo utilizados como modelo de referencia para otros grandes monumentos.
Hoja de ruta para la restauración
Sobre los daños causados por las llamas, el humo y el calor el pasado verano, la Diócesis ha confirmado que la fase de emergencia está prácticamente concluida. Ahora comienza la etapa de recuperación definitiva. La primera fase, centrada en la restitución de las cubiertas dañadas, ya ha sido remitida a la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía y a la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU).
Actualmente, los técnicos estudian la documentación para conceder las licencias pertinentes. Si no surgen imprevistos, la previsión es que la rehabilitación integral —que abarca tanto los tejados como el interior afectado— esté finalizada hacia mediados del año 2026. Todos los costes de estas obras serán asumidos íntegramente por el Cabildo Catedral.
Nuevo Centro de Recepción de Visitantes
En otro orden de cosas, el obispo ha adelantado novedades sobre la experiencia turística. Las obras del nuevo Centro de Recepción de Visitantes, situado en el Palacio Episcopal (a escasos metros del templo), están casi terminadas y su apertura se prevé para los próximos meses.
Esta nueva infraestructura permitirá retirar las taquillas y elementos logísticos que actualmente enturbian la vista del histórico Patio de los Naranjos. El objetivo es centralizar servicios: venta de entradas, aseos, tienda y áreas de descanso estarán en un mismo lugar. Además, el centro incluirá un espacio museístico con piezas arqueológicas y audiovisuales para que el turista comprenda la historia del edificio antes de entrar.
El reto de la conservación en la provincia
Más allá de la capital, Fernández ha analizado el estado de salud del patrimonio religioso en la provincia. La situación es diversa, pero muchos templos requieren intervenciones urgentes, especialmente en sus cubiertas para evitar filtraciones de agua, un enemigo silencioso de la arquitectura histórica.
La Diócesis financia gran parte de estas obras con recursos propios y las aportaciones de los fieles, pero el obispo admite que la magnitud del legado requiere ayuda externa. Por ello, se mantienen convenios con la Junta de Andalucía y, recientemente, con la Diputación de Córdoba, que ha impulsado ayudas claves para obras de gran envergadura.
Entre las patologías más comunes que combate el Departamento de Patrimonio de la Diócesis se encuentran los problemas de cimentación, que se solucionan mediante técnicas de recalce (refuerzo de la base de los muros), y las humedades. Asimismo, se trabaja de forma permanente en la restauración de bienes muebles, como retablos y pinturas, para preservar la riqueza cultural de la Iglesia cordobesa.
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