Llamarse como una ciudad es cada vez más habitual, pero pocas historias tienen tanto arraigo como la de esta malagueña. Málaga es una niña de apenas cuatro años cuyo nombre despierta sorpresa allí donde va. Sus padres, Marta y Antonio, son conscientes del impacto: cada vez que lo dicen, la reacción suele ser la misma. «La cara que ponen es de ‘¿cómo has dicho?’… dices Málaga y nadie termina de asimilarlo», cuentan. La elección, sin embargo, no fue un gesto premeditado, sino una coincidencia inesperada.
Durante el embarazo estaban convencidos de que sería un niño y solo habían pensado nombres masculinos. Cuando les confirmaron que sería niña, surgió la duda. Mientras buscaban alternativas, ambos coincidieron en una propuesta que ninguno había mencionado antes. «Empezamos a decir nombres y de repente, los dos a la vez, dijimos Málaga», explica Marta. «Tuvimos que buscar en internet para ver si se podía poner de nombre Málaga, pero sí nos dejaron», añade Antonio.
En el registro civil también vivieron una anécdota graciosa: «La chica del registro nos dijo, mira, perdona, os tengo que devolver el impreso porque tenéis que rellenar otro. En todos los campos habéis puesto Málaga… hasta en el nombre de la niña». La pareja explicó que era correcto: «Es que la niña se llama Málaga». Para su sorpresa, eran los primeros en poner ese nombre, ya que, según les indicaron, no constaba ningún caso previo con ese nombre.
Detrás de la decisión hay un fuerte vínculo emocional. Marta, gaditana, llegó a la ciudad para estudiar y terminó estableciéndose aquí. «A mí Málaga me ha cambiado la vida por completo», afirma. Por eso describe el nombre como una forma de agradecimiento: «Con el nombre le voy a devolver a Málaga lo que a mí me ha dado».
Una familia malaguista
El entorno de la niña también está marcado por el malaguismo. La pequeña ha asistido a varios partidos y vive los encuentros con entusiasmo. En el partido de ascenso contra el Nàstic, la familia se encontraba en los alrededores de La Rosaleda y Antonio aprovechó el momento para contar que su hija se llamaba Málaga. «Mi padre cogió el DNI de mi hija y se lo empezó a enseñar a todo el mundo. La gente me decía: ole tú, le has puesto el mejor nombre del mundo», cuenta Antonio entre risas.
Málaga tiene cinco equipaciones del club y hasta uno de sus gatos se llama Kameni, mítico portero del Málaga CF. Además, la niña se sigue sorprendiendo cada vez que va al estadio y escucha su nombre coreado por la afición.
Para Marta y Antonio llamar a su hija Málaga es sobre todo una forma de compartir con ella su cariño por la ciudad. Una historia singular que convierte a la pequeña Málaga en un nombre propio y único.
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