El Gobierno francés se ha puesto en contacto en las últimas horas con el embajador de España, Victorio Redondo Baldrich, y con la presidenta ejecutiva y CEO de la compañía aérea Vueling, Carolina Martinoli, para recabar información sobre el desalojo, el pasado miércoles, de un grupo de jóvenes judíos franceses de un vuelo de la compañía en Valencia, en lo que París estudia como un posible «acto de discriminación».
En un comunicado inicial, tras la expulsión del grupo de adolescentes, la aerolínea aseguró que la actuación del personal a bordo «respondió exclusivamente a un comportamiento que comprometía la integridad del vuelo, así como la seguridad de los pasajeros y de la operativa en su conjunto». Vueling afirmó que los expulsados del vuelo Valencia-París también manipularon chalecos y máscaras de oxígeno, con «un alto riesgo para la aeronave, los pasajeros y la tripulación».
En este contexto, el Ministerio de Exteriores francés ha emitido un comunicado este sábado el que informa que el titular de la cartera, Jean-Noël Barrot, llamó este pasado viernes a la presidenta ejecutiva de Vueling para trasladarle «su profunda conmoción» por el incidente. «Se solicitaron explicaciones, en particular para determinar si estos compatriotas habían sido objeto de discriminación por su religión. Se hizo lo mismo con el embajador de España en Francia», apunta la nota.
El Ministerio indica que Martinoli, en respuesta, aseguró a Barrot que «se está llevando a cabo una rigurosa investigación interna y que los resultados de esta investigación se compartirán con las autoridades francesas y españolas».
Los hechos
Un grupo de 52 personas, entre ellos más de 40 menores franceses de entre 10 y 15 años, fue desalojado este pasado miércoles, 23 de julio, de un avión de Vueling en el aeropuerto de Manises tras protagonizar incidentes durante el embarque. La intervención derivó en la detención de una monitora de 21 años por resistencia a la autoridad.
Los hechos ocurrieron sobre las 14.30 horas en un vuelo con destino París. Según fuentes de la Guardia Civil, la actuación se debió a «conductas inapropiadas reiteradas» y «manipulación del material de emergencia» por parte de los menores, que provocaron tal alboroto que el piloto salió de la cabina para comprobar qué sucedía.
Los agentes intervinieron tras el aviso de la tripulación, que reportó alteraciones del orden durante el embarque. Al llegar al avión, observaron a varios monitores discutiendo acaloradamente con la tripulación y mostrando actitud agresiva hacia los agentes.
La responsable del grupo llegó a empujar y arremeter contra uno de los guardias civiles, por lo que fue reducida y detenida. Se han instruido diligencias por delito contra el orden público, resistencia y desobediencia a la autoridad, además de una denuncia por alteración de la seguridad aérea.
Reubicación
Finalmente, 23 menores y dos monitores fueron reubicados en un vuelo de otra compañía, mientras el resto pernoctó en un hotel. Los últimos seis integrantes del grupo salieron a las 13.50 horas del jueves. La versión oficial contrasta con la ofrecida por familiares y responsables del campamento de verano Kinneret, organizador del viaje. Denuncian una reacción desproporcionada motivada por prejuicios antisemitas, ya que los jóvenes son de confesión judía.
El ministro israelí para la Diáspora, Amichi Chikli, calificó el suceso como «uno de los incidentes antisemitas más graves recientes» y denunció que la directora fue «arrestada y golpeada». Según su versión, los jóvenes cantaban canciones en hebreo cuando la tripulación respondió que «Israel es un estado terrorista».
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