Francisco Vico es catedrático en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad de Málaga, profesor y uno de los investigadores más reconocidos en el ámbito de la IA en España. Aunque comenzó interesado por la biología, su curiosidad por la lógica y la transformación de la información lo llevó a adentrarse en la informática. 101TV ha conversado con él para reflexionar sobre los retos sociales, educativos y laborales que plantea la inteligencia artificial, y él mismo alerta de que la tecnología, sin pensamiento crítico, podría estar domesticando a la sociedad.
¿Cómo surgió su interés por la informática, viniendo del ámbito de la biología?
Mi interés original estaba en la biología, pero en el último momento decidí matricularme en informática porque me interesa la parte lógica de la vida. La informática me enseña cómo se transforma la información, y eso me fascinó desde el principio.
Usted fue uno de los primeros en investigar sobre inteligencia artificial en España. ¿Qué le atrajo de este campo en una época en la que aún era muy desconocido?
A finales de los años 80 ya existía la inteligencia artificial; de hecho, tuve una asignatura sobre ella. La motivación principal fue el deseo de ver a las máquinas hacer cosas complejas. Uno, al programar, se da cuenta de que la máquina solo hace lo que se le indica. Sin embargo, con la IA hay margen para la sorpresa: los algoritmos pueden aprender y reaccionar de formas no previstas. Esa capacidad de asombro es lo que hace tan atractiva esta disciplina.
¿Cuál considera que ha sido su mayor aportación al campo?
No me considero un pionero; eso fue Alan Turing. Yo simplemente he contribuido como investigador. Quizá mi trabajo más destacado fue, hace unos doce años, la publicación de un disco compuesto íntegramente por un ordenador que programamos. Fue algo novedoso, porque no se pensaba que la IA pudiera entrar en el terreno del arte, algo considerado profundamente humano. Al crear nuevos estilos musicales con una máquina, se rompieron muchas barreras.
En la actualidad, la IA genera debate: temor a la pérdida de empleos, desconfianza… ¿Qué opina al respecto?
La inteligencia artificial transformará el mundo laboral. Cada puesto que se automatiza representa un ahorro para las empresas, así que esta sustitución no es nueva, ya comenzó con la mecanización. Lo complejo es que la IA avanza tan rápido que, cuando nos acostumbramos a una herramienta, aparece otra aún más sorprendente, pero es un tren al que hay que subirse: quien no la utilice, se quedará atrás. A partir de ahora será una ayuda esencial en cualquier campo.
¿Cree que hay sectores donde la inteligencia artificial no podrá hacerse un hueco?
No veo ninguno. Incluso el arte, que parecía una línea roja, ya ha sido superado. No me atrevería a decir que hay algo que una máquina no pueda hacer. Nuestro cerebro, al fin y al cabo, es también una máquina altamente especializada que ha evolucionado durante millones de años. Pero las máquinas están desarrollándose a una velocidad vertiginosa.
¿Cómo integra usted la IA en su docencia universitaria?
La utilizo como herramienta complementaria. No creo que pueda sustituir al profesor porque la enseñanza no depende solo del contenido. Aprendemos también de la forma en que el docente organiza, se comporta, inspira. Ese componente humano es insustituible. No obstante, como apoyo didáctico, es muy valiosa. Y no solo en la universidad: en contextos con escaso acceso al profesorado, un tutor virtual puede marcar la diferencia.
¿Le preocupa que se esté perdiendo la capacidad de reflexión y pensamiento crítico con el auge de la IA?
Sí, mucho. La estamos perdiendo en todos los niveles. Es cierto que los smartphones nos resuelven la vida, pero eso también nos hace más vulnerables. Cada vez somos menos capaces de enfrentarnos a lo desconocido sin apoyo tecnológico. La tecnología nos está domesticando, y eso debería preocuparnos. Basta con recordar el reciente apagón: parecía que no sabíamos cómo reaccionar sin conexión.
¿La Universidad de Málaga está trabajando en nuevos grados vinculados a la IA?
Actualmente existe un grado de Ciberseguridad e Inteligencia Artificial. Sé que hay propuestas en marcha, aunque no tengo claro cuál se implementará finalmente.
También impulsa usted el proyecto ‘Toolbox’. ¿En qué consiste?
Toolbox nace de la preocupación por la creciente tecnificación de nuestra sociedad y la falta de alfabetización digital. Deberíamos enseñar el lenguaje de las máquinas desde una edad temprana, igual que enseñamos música o matemáticas. Ahora que la IA está tan presente, es fundamental comprender cómo se programa una máquina, cómo se comporta, y tener control sobre lo que instalamos en nuestros dispositivos. Toolbox es una plataforma pensada para facilitar ese aprendizaje, sobre todo en aspectos como la privacidad, la seguridad y la programación.
¿Animaría a las personas a estudiar Ciencias de la Computación?
Por supuesto. Que pierdan el miedo. No es cierto que estas asignaturas sean necesariamente difíciles. Si se deja que el ordenador ayude, el proceso puede ser mucho más accesible. El ordenador puede enseñar programación e inteligencia artificial incluso a niños. No todo debe depender del profesor.
¿Considera que los llamados «nativos digitales» saben más que las generaciones anteriores?
Eso de los nativos digitales es un mito. Saben manejar pantallas táctiles desde pequeños, sí, pero si les pone delante una hoja de cálculo, no saben qué hacer. Es una paradoja: empiezan antes, pero no necesariamente saben más.
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