Álex Sola le puso al Granada un punto que todavía no frena la hemorragia. La sutura ha de ser mucho mayor para cerrar la herida del conjunto rojiblanco, un equipo yermo que practica un fútbol denso, incapaz de atacar o defender en condiciones. Salió de El Plantío dando las gracias, porque el Burgos solo castigó en una de sus embestidas y, sin embargo, los nazaríes aprovecharon su único tiro bien dirigido. Les valió para adelantarse, aunque Grego Sierra igualara la faena poco después y los mantuviera colistas. Al menos, este viaje no fue baldío.
Pacheta lanzó su órdago con una mano bien barajada. Entre sus naipes apareció Diego Hormigo, recostado sobre el perfil zurdo del tapete, y Rubén Alcaraz, incrustado frente a la retaguardia. El técnico también tuvo que rescatar del mazo a Martin Hongla, descartado Sergio Ruiz por un virus gastrointestinal que otorgó al camerunés la oportunidad de redimirse. Bastos para buscar el oro, pero quienes saltaron con las espadas fueron los de casa. No es que fueran especialmente dominantes, sino que no tardaron en comprobar que no debían apretar demasiado para hacer temblar a los rojiblancos como un flan.
Los tímidos acercamientos a balón parado, con David González siempre dispuesto para inyectar el veneno por la válvula del esférico, fueron dando paso a ocasiones más malévolas, sobre todo en ataques relámpago. El Granada quería construir al ritmo en que se edifica la Sagrada Familia, pero se le nublaba la vista a poco que podía divisar las dependencias de Cantero. En estas, se escapó al galope Fer Niño, que se deshizo de Hormigo y golpeó, raudo el lateral para desviar. En el córner posterior cabeceó Atienza en el corazón del área, arriba pese a encontrarse toda una pradera virgen a su alrededor.
Luca Zidane empezaba a ganarse el sueldo -y también, como es costumbre, a meterse en más de un embrollo evitable-, por lo que entre los de franjas horizontales empezó a cundir el nerviosismo. Pretendieron contrarrestarlo con una potente dosis de cloroformo, fútbol estéril que circula de un costado a otro que, tras la divisoria, se atascaba. Para poner a roncar hasta a los caballos. Fer Niño y Appin esperaban el más mínimo error con el cuchillo entre los dientes. Se relamió, sin embargo, Florian Miguel tras un remate de Mateo Mejía que salió rebotado, atento Pau Casadesús para repeler el peligro en el segundo palo.
El conjunto rojiblanco había entrado de nuevo en fase de descomposición y, como en una de esas tensas escenas de las películas de terror, apretaba los dientes a la espera del susto. Entre Jorge Pascual, que más que un pase descargó un marrón, y Luca Zidane, que lo agarró con las manos, fabricaron la pifia de la jornada. Cesión y libre indirecto dentro del área. Morante se pidió el golpeo, directo a la barrera en primera instancia, pero cazó el rechace y entonces sí forzó la reacción felina del guardameta.
Sonó la campana y el Granada todavía no había besado la lona, que ya era todo un logro con el devenir del choque, pero a decir verdad se tambaleaba. En el segundo asalto, sin embargo, entró al cuadrilátero con otro semblante. No tenía más claridad, pero sí más empaque, al menos para poder neutralizar al Burgos y que todo discurriera en lo anodino. Hongla sacó un golpeo poco ortodoxo de una jugada embarullada, desviado a córner por Atienza. Después, David González activó rápidamente el laboratorio burgalés para que Appin descargara de espuela. Fer Niño aceptó el regalo, se giró y golpeó arriba.
Gol en el primer tiro a puerta
Se enzarzaron entonces los dos contendientes en un intercambio de golpes al aire que debió de hacer bostezar hasta al más animado de la grada de El Plantío, hasta que a Souleymane Faye se le encendió la bombilla. Emprendió un zigzagueo malévolo, de fuera hacia adentro, y entregó a la orilla opuesta, por donde llegó Álex Sola al impulso de una corazonada. Armó la pierna y liberó la rabia contenida de todo el granadinismo en un impacto vehemente. Inalcanzable para la estirada de Ander Cantero, tal vez frío porque hasta entonces no había recibido ni un disparo entre palos.
El Burgos quiso responder de inmediato, desviada por poco la rosca de David González, por lo que Pacheta acudió a los refuerzos antes de que los puntos corrieran peligro. Le salió mal la jugada, porque apenas se hubieron colocado sobre el césped los relevos, Grego Sierra estaba ya celebrando. Fermín García, que entró en el cuadro local en la misma ventana, propulsó un envío precioso que pilló al recién ingresado Baïla Diallo despistado. Tampoco anduvo más avispado Rubén Alcaraz y el zaguero burgalés entró con la guadaña. El Granada solo aguantó cinco minutos por delante en el marcador.
El gol afiló el colmillo burgalés y empequeñeció a los rojiblancos, que replegaron de inmediato. Los pupilos de Ramis arremetieron con todo, en lo que el cuadro nazarí se protegía de las balas como podía. Escupía bien Luca y sus guardianes estorbaban lo necesario. Pacheta reclutó tanto a Trigueros como a Loïc Williams para guardar la ropa ante el chaparrón, a tiempo para evitar que se le empapara. El empate, a efectos de clasificación, sirve de poco, pero, tal vez sí sea acicate anímico. El próximo viaje lo aclarará.
Ficha técnica:
Burgos CF: Ander Cantero; Lizancos, Aitor Córdoba, Grego Sierra, Florian Miguel; Atienza, Iván Morante; Mateo Mejía (Fermín García, 69’), David González (Íñigo Córdoba, 69’), Kevin Appin (Mario González, 82’); y Fer Niño (Cantero, 82’).
Granada CF: Luca Zidane; Pau Casadesús (Loïc Williams, 88’), Oscar Naasei, Manu Lama, Diego Hormigo (Baïla Diallo, 71’); Rubén Alcaraz, Martin Hongla (Luka Gagnidze, 55’), Pedro Alemañ (Manu Trigueros, 88’); Álex Sola (Pablo Sáenz, 71’), Souleymane Faye y Jorge Pascual.
Goles: 0-1: Álex Sola, min. 67; 1-1: Grego Sierra, min. 72.
Árbitro: Rafael Sánchez López, del comité murciano. Amonestó al local Fermín García, así como a los visitantes Martin Hongla, Álex Sola y Oscar Naasei.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 6ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio El Plantío ante 8.887 espectadores.