El rey en León fue Jorge Pascual, ese cachorro al que, como a Simba en la película animada, tantas veces le dijeron que no podría llevar la corona. Se fue a Roda casi desterrado, pero volvió como si allí hubiera sido aleccionado por los mismísimos Timón y Pumba, con las zarpas bien afiladas. Es el máximo artillero del Granada y ya hasta le suma puntos. Porque le bastó un rugido del ariete, con fortuna en el rebote, para desangrar a la Cultu y reencontrarse con la victoria en un momento clave. Los de franjas horizontales toman oxígeno y saltan en la tabla, momentáneamente hasta los pisos intermedios. Era ahora o nunca.
Lo cierto es que nadie parecía en el mood de blandir la espada por el Reino, sino más bien en el de echarse una manta encima y ver alguna serie. Ya fuera por la lluvia, el frío o la hora de la siesta, los dos bandos saltaron amodorrados, aunque cierto es que los de franjas horizontales, en esta ocasión blanquiazules, siempre manifestaron más inquina. A la Cultu le pareció suficiente con esperar al ataque de su adversario, como confiada en que el Granada es un equipo romo, pero a los de Pacheta les acompañó esta vez el soniquete del chiflo. El técnico ha encontrado en Arnaiz a su afilador particular y, con él esta vez en la primera línea de infantería, ni siquiera les hizo falta avasallar.
Cualquier atisbo de emboscada se tramaba por el flanco izquierdo, ese por donde derrapa Souleymane Faye, aunque el primero en soltarse el corsé fue Manu Justo, perseguido por Lama tras un balón a la espalda. Conectó el tiro, pero con la inocencia de Bambi recién nacido. Fue casi lo único que hicieron los de Ziganda en el primer tiempo. Se conformaron con aguardar a la salida de los centrales granadinistas, que lo hacían con pausa hasta llevar el juego a la izquierda.
Los rojiblancos avanzaban con más insistencia que brillantez, aunque apenas se quedaban en el rompeolas. Y en estos casos suele suceder que lo que decide es la estrategia. Culminó Baïla Diallo una aventura con un servicio raso al que no llegó Álex Sola porque se le adelantaron, pero que sirvió para ganar un saque desde el rincón. Y allí, sonó la inconfundible flauta. «¡El afilador!», pareció anunciar Arnaiz conforme combaba el lanzamiento, teledirigido a la cabeza de Manu Lama. El central, alejado, lo metió de nuevo en la pomada en busca de un aliado que asestara el tajo. A Pascual se le despertó el instinto y enarboló el acero conforme le vino la pelota. Golpeó en el tobillo de Manu Justo, que desvió el tiro a la red para descolocar a Edgar Badía.
Cuando el león granadinista retiró la espada, la sangre comenzó a brotar del torso de la Cultu, que no manifestó demasiada capacidad para responder. El Granada vio a su adversario herido de muerte y replegó filas, centrado ya en protegerse sin demasiado esfuerzo. Aun con ello salió Faye disparado una vez más al contragolpe, tan rápido que se le enredó el esférico entre los neumáticos. Logró recortar para descargar hacia la media luna, terreno alquilado por Arnaiz. El talaverano amagó primero y golpeó después con violencia, pero sin atino. Más mala uva tuvo Luis Chacón, en una falta casi desde su casa. Empalmó la folha seca y por poco se fue por encima, casi intactos los guantes de Astralaga al intermedio.
Ataque animado y protección tras el descanso
El conformismo se le quedó a los de franjas en el vestuario, como si Pacheta les hubiera dado un toque de atención. Regresaron con las lanzas en todo lo alto, aunque el visor empañado. Golpeó Arnaiz una falta a las nubes y pronto emprendió Faye la enésima travesura, cruzado con mala intención. Ziganda, por su parte, vio fallos en su pelotón y acudió a la reserva. Puso a Bicho y Tresaco en el campo de batalla, lo que terminó por conectar a Manu Justo en el aire. Falló en un giro de cuello, lo que provocó el rebote entre los centrales nazaríes, y tan solo le faltó una talla más de bota para alcanzar el balón muerto antes que Astralaga.
La ansiedad fue agitando a la Cultural Leonesa. Metió Ribeiro la directa en un zigzagueo malévolo hasta que le provocaron el pinchazo al llegar al balcón del área, pero el golpeo de Luis Chacón no pasó de la barrera. Quien sí apuntó bien fue Tresaco, que culminó con un latigazo una carrera en diagonal, elástico Astralaga para palmear. Pacheta quiso contener más y dio cancha tanto a Pau Casadesús como a Trigueros, de vuelta los tres mediocentros al esquema, pero a su equipo le tocaba apretar los dientes. En otra falta Chacón sí rebasó la muralla, aunque fue el travesaño lo que le privó del gol.
Ziganda quemó sus barcos, no por seguridad, sino porque no le quedaba otra. Diego Collado entró amenazante, bien cercado por Loïc Williams. Aastralaga activaba a los suyos con entusiasmo y los rojiblancos resoplaban a cada ataque derramado por la Cultu. Entraron Bouldini y Rodelas, ya como últimas balas, y el marroquí se vio pronto en un mano a mano con Édgar Badía. Ajustó bien, pero no pudo celebrar porque el colegiado señaló falta en su cuerpeo con Tomás Ribeiro. El de Alhendín casi enchufa después un centro que se desvió a la escuadra, atento el meta. Al duelo se le agotó el pulso entre taquicardias, pero el último pitido de la máquina dio vida al Granada. Cuánto lo necesitaba.
Ficha técnica:
Cultural Leonesa: Édgar Badía; Iván Calero, Rodri Suárez (Tomás Ribeiro, 80’), Maia Barzic, Roger Hinojo; Yayo (Bicho, 61’), Selu Diallo; Lucas Ribeiro (Agustín Pastoriza, 74’), Luis Chacón, Jordi Mboula (Tresaco, 61’); y Manu Justo (Diego Collado, 80’).
Granada CF: Ander Astralaga; Oscar Naasei (Pau Casdesús, 74’), Manu Lama, Loïc Williams, Baïla Diallo; Sergio Ruiz, Pedro Alemañ (Rubén Alcaraz, 61’); Álex Sola, José Arnaiz (Manu Trigueros, 74’), Souleymane Faye (Rodelas, 86’); y Jorge Pascual (Mohamed Bouldini, 86’).
Goles: 0-1: Jorge Pascual, min. 22.
Árbitro: Miguel González Díaz, del comité asturiano. Amonestó a los locales Ribeiro y Barzic, así como a los visitantes José Arnaiz, Jorge Pascual y Pau Casadesús.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 16ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Reino de León ante 9.527 espectadores.