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El Granada encalla de nuevo en Segunda (2-1)

La tarde decisiva no hizo más que ratificar lo que durante toda la temporada habían manifestado los dos equipos, que el Racing no había estado arriba desde el inicio por casualidad y que el Granada deambulaba por debajo del playoff por méritos propios. El conjunto rojiblanco encalla de nuevo en Segunda División, donde competirá la próxima campaña en busca del ascenso. El desenlace previsible, por más que Pacheta aplazara la alarma hasta el último segundo. El nazarí es un plantel débil, con serias lagunas que arrastra desde la confección de la plantilla en verano y la elección de Guille Abascal. El club lo intentó enmendar con varios volantazos, pero el destino estaba escrito. En Santander se adelantó, madrugador Abde Rebbach en un ataque relámpago, pero de inmediato se hundió, presa de sus males endémicos, totalmente superado por los cántabros. Arana igualó la contienda y los de franjas se esfumaron del campo. Sangalli, ya en el alargue, aprovechó el error en la enésima aventura sin cálculo de Luca fuera del área para acabar con cualquier atisbo de esperanza. Y la cosa pudo ser peor.

Todo fue frenético desde el comienzo. Salieron los de Pacheta con el cuchillo entre los dientes y casi ni esperaron a que la comida estuviera en la mesa para hincarlo sobre su presa. Levantó el Racing el balón de inicio, como acostumbra a hacer, y el Granada tejió el gol con soltura pese a la presión cántabra, como una tela de araña perfecta. Fútbol de salón, al toque, hasta que Gonzalo Villar se vio con el horizonte despejado para pisar el acelerador. Se descolgó hacia un costado Boyé, que recibió la descarga y exploró opciones en el balcón del área. La pelota volvió al mediocentro y Trigueros prolongó hacia Tsitaishvili. El georgiano paró el tiempo para echar un vistazo al área y detectó el movimiento sibilino de Rebbach. El de Talavera de la Reina saltó el pase y el argelino asestó la puñalada. Explosión de júbilo en la esquina rojiblanca. Ay, lo que les quedaba por sufrir a los 500 valientes desplazados.

Ni siquiera se había consumido el primer minuto de juego y todo se le había puesto de cara al cuadro nazarí, que no pareció inmutarse cuando desde Almería llegaban gritos de gol. El que se quedaba fuera en ese momento era el equipo de José Alberto López, que simuló desgana. Era una trampa y el Granada cayó de lleno. Le poseyó una pachorra peligrosa, o tal vez un vértigo tremendo, que permitió a los santanderinos desplegar el campamento en territorio rojiblanco y empezar a revolotear como abejas en torno a la miel. Aguardaba Villar para regresar al campo, maltrecho tras un choque con la testa de Meseguer, también atendido, y Luca pretendió saltar líneas en la construcción. Neva no ganó el salto y Aldasoro dotó la acción de sentido. Andrés Martín levantó el periscopio, sigiloso Arana a la espalda de la zaga. En el uno contra uno, dubitativa la salida del hijo de Zidane, apenas necesitó orientar el pase a la red para cambiar el rumbo de la tarde en El Sardinero.

El empate rompió el candado de las mazmorras en que Pacheta había encerrado todos los fantasmas rojiblancos, liberados para atormentar de nuevo a una plantilla de moral frágil. El ánimo se les precipitó a los talones y fueron empequeñeciendo. El Racing siguió a lo suyo, jugueteando con la depresión granadinista como un gato con un ovillo de lana. Se movían con malicia en lo que los rojiblancos perseguían sombras. En una falta, Javi Castro cabeceó al corazón del área y Arana acarició la pelota con el flequillo, molestado lo suficiente por Manu Lama con Luca ya vencido. Fue lo último que hizo el central madrileño, que había salido dolorido del hombro tras un golpe con su propio guardameta, antes de ser relevado por Pablo Insua. Y lo primero que vio el gallego tras saltar al césped fue la celebración de Andrés Martín, con Zidane de nuevo desubicado en un lance similar al de las tablas. El VAR abortó el festejo, adelantado Íñigo Vicente antes de asistir. Los de franjas horizontales suspiraron aliviados.

Todo sucedía en el campo del Granada, que había tirado del cable tras marcar y se veía desbordado por la movilidad racinguista. Mal augurio, que tornó en otro aviso. Arana la colgó esta vez, la peinó Rober en el Área e Íñigo Vicente culminó a la red por tercera vez, de nuevo anulado el tanto. Pacheta sintió el cooling break como el tiempo muerto que tanto necesitaban sus pupilos, aunque surtió nulo efecto. Michelin, en una falta lejana, soltó un zurriagazo que forzó el vuelo sin motor del arquero nazarí para proteger a las arañas de la escuadra. Pero quedaba la hecatombe. Trigueros colgó horrible otra acción a balón parado y Andrés Martín salió echando chispas. Luca andaba pidiendo la ubicación para encontrar la portería, casi en el centro del campo el galo, y Carlos Neva no vio más solución que derribar al atacante. Arcediano Monescillo sacó a pasear el cartón rojo, para decretar el descanso después de que el meta abortara el peligro. 

Los rojiblancos estaban fuera. Del partido y de la promoción de ascenso. Aunque probablemente lo peor era la sensación de incapacidad, ya manifestada con frecuencia durante todo el ejercicio. Pacheta corrigió con Hongla como central y Loïc en el sitio de Neva, sacrificado Trigueros para que Sergio Ruiz apuntalara la medular, pero ninguno de estos movimientos alteró una sola línea del guion. Los de casa empezaron a contemporizar más, a bajar las pulsaciones del encuentro, no sin derramar ocasiones en el proceso en lo que al cuadro granadinista se lo iba comiendo la ansiedad. En una galopada de Abde, apareció Ricard con el aguijón, seguro Ezkieta en un gesto más propio de fútbol sala. En Los Juegos del Mediterráneo, entretanto, otra inyección de alegría, Al Granada solo le valía llevarse los tres puntos y la misión parecía poco menos que imposible.

José Alberto dio cancha a Marco Sangalli, que en su primera acción se coló hasta la cocina y recortó sobre Hongla. El camerunés acarició la espinillera del delantero, que cayó como alcanzado por un francotirador. El colegiado señaló la pena máxima, pero el VAR le rectificó por la levedad del contacto, de nuevo aliado del Granada. 

“Es un gol”, trató de motivar Miguel Ángel Brau a sus compañeros, al poco de entrar junto a Weissman. Y eso fue lo que estuvo a punto de hacer Andrés Martín, tras otra filtración de Íñigo Vicente. Respondió Luca, con reflejos felinos para palmear también la segunda acción. Después fue Jon Karrikaburu quien se buscó el hueco para enroscar el tiro, unos centímetros por encima del travesaño. Pacheta reclutó a Stoichkov en un último intento por evitar el naufragio, pero ya no había parches para reparar el casco de la embarcación. Zidane, con todo el equipo volcado en el área contraria, erró un pase que Sangalli, desde la mitad del campo, mandó a guardar, descolocado el meta otra vez. Nadie podrá decir que no se veía venir. El Granada se queda en Segunda, con una afición herida y, eso sí, un líder en el banquillo sobre el que construir un nuevo proyecto. Lo siguiente será acertar en los fichajes y, sobre todo, dotarlo de estabilidad. Aunque tal vez, en vista de lo sucedido en los últimos años, sea pedirle demasiado a este club.


Ficha técnica:

Racing de Santander: Jokin Ezkieta; Michelin, Mantilla, Javi Castro, Mario García; Víctor Meseguer, Aldasoro (Maguette Gueye, 46’); Andrés Martín (Manu Hernando, 90+3’), Rober González (Jon Karrikaburu, 66’), Íñigo Vicente (Lago Júnior, 84’); y Arana (Marco Sangalli, 66’).

Granada CF: Luca Zidane; Ricard, Manu Lama (Pablo Insua, 23’), Loïc Williams (Stoichkov, 83’), Carlos Neva; Martin Hongla, Gonzalo Villar, Manu Trigueros (Sergio Ruiz, 46’); Giorgi Tsitaishvili (Weissman, 74’), Abde Rebbach (Miguel Ángel Brau, 74’) y Lucas Boyé.

Goles: 0-1: Abde Rebbach, min. 1; 1-1: Arana, min. 11; 2-1: Marco Sangalli, min. 90+6. 

Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo, del comité castellanomanchego. Amonestó a los locales Aldasoro, Íñigo Vicente, Marco Sangalli y Lago Junior, así como a los visitantes Rebbach, Tsitaishvili, Brau y Weissman. Expulsó al local Carlos Neva.

Incidencias: encuentro correspondiente a la 42ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en los Campos de Sport de El Sardinero, ante 22.298 espectadores. Alrededor de 500 de ellos fueron hinchas del Granada CF.


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