Tuvo que bajar la Virgen de las Angustias de su camarín y salir de la basílica para alumbrar la primera victoria del Granada. El conjunto rojiblanco por fin se quitó la espina en esta temporada hasta el momento aciaga. Derrotó al Huesca con lo justo: un poco de consistencia y mucho sufrimiento. Se adelantó pronto en un buen inicio, eléctrico Faye para asistir a Pedro Alemañ, pero luego que realizar un exhaustivo ejercicio de resistencia, salvado por la inspiración de Luca Zidane en varios lances. Casi un milagro. Solo así parecía poder ganar. Ahora le toca demostrar que no es una raya en el agua, sino la consecuencia de una catarsis que marca el nuevo rumbo.
No sería de extrañar que Pacheta llevara guardada en el bolsillo una estampa de la Patrona para que le echara un cable, y si así fuera, cabría pensar que la ofrenda del club surtió efecto. Porque lo cierto es que, ya fuera por la intervención divina o porque los peajes empiezan a levantar a su equipo la barrera sin apoquinar, en El Alcoraz asomó otro Granada. No era el más lúcido ni el más incisivo, pero al menos mostró empaque y dureza para la refriega. Lo mínimo para competir.
La cosa no tardó demasiado en convertirse en una escaramuza, con tintes épicos por cortesía de la tupida cortina de lluvia que caía en Huesca. Resbalones, golpes, empujones, interrupciones… El fútbol que se rige por la ley de la calle. En el reparto, a los rojiblancos les tocó el papel de llevar la iniciativa y hubieron de llevárselo a su terreno, habitualmente cómodos los oscenses en este contexto. Pero sobre el conjunto dirigido por Sergi Guilló parecía descansar otro nubarrón, como si la goleada que había encajado una semana atrás lo hubiera trastornado, y saltaron empequeñecidos.
Apenas llevaba un par de vueltas la pelota cuando Pulido y Ro Abajas se estorbaron al intentar despejar un envío larguísimo de Luca Zidane. Álex Sola recogió el regalo con gusto, pero le pudo el ansia con poco ángulo. Baïla Diallo, de regreso al once, se aventuró después hasta que casi se le acabó el campo para colgar un centro inocente que, sin embargo, se le hizo bola a los de casa. El balón quedó muerto y Alemañ se animó con la chilena, débil el impacto.
El Granada iba desplegando las alas, pero Souleymane Faye, que es de la Generación Z, necesitaba que el proceso se reprodujera a doble velocidad para no agobiarse. El senegalés quemó rueda en una diagonal diabólica, con Pedro Alemañ como compañero en la cruzada. Como en las películas de miedo, decidieron separarse y descolocaron a los de casa. El mediocentro vio llegar la asistencia y, conforme se le acercaba, acomodó el golpeo en un escorzo para colocarlo abajo con la zurda. Golazo a toda mecha.
En el vértigo se sentían bien los de Pacheta, que empezaron a derramar acciones en la orilla. Se giró de nuevo Faye, que esta vez se vio con espacio y quiso anotarse él mismo el tanto, pero Dani Jiménez detuvo casi bostezando. Fue el aviso que espabiló a los azulgrana, hasta entonces en trance, que fruncieron el ceño y empezaron a volcarse. Sielva cazó un balón sin dueño y lo golpeó con tanta violencia que reventó un asiento, demasiado arriba. Abrió la veda.
Sufrimiento tras el gol
Ro Abajas encontró una pradera a la espalda de Pau Casadesús y se empeñó en colonizarla. Le habilitó primero Sergi Enrich y descargó atrás, con Luca desubicado, para que Iker Kortajarena celebrara el gol. Al mediocentro, sin embargo, le botó el balón como una liebre para arruinarle el tiro. Después el envío fue, precisamente, para Sergi Enrich, que remató con inquina aun forzado y solo pudo ver un zarpazo felino que le privaba del gol. No se creía la que le acababa de sacar el hijo de Zidane.
Llegaron vivos y coleando los rojiblancos a la pausa, pero en la reanudación la tormenta arreciaría, y no precisamente por los relámpagos o la lluvia. Guilló agitó el avispero, con Jesús Álvarez y Liberto Beltrán como revulsivos, y el cuadro nazarí empezó a apretar los dientes. El Huesca llegaba en oleadas, que ahora sí daban miedo. A Luca Zidane se le acumulaba el trabajo y los granadinistas se iban replegando para achicar agua. Lo de mirar a la otra meta se les empezaba a complicar.
Entró Diego Hormigo, sin gasolina ya el depósito de Baïla Diallo, y tan pronto puso un pie en el césped se vio defendiendo. Manu Lama estuvo cerca de herir con fuego amigo y, en el córner posterior, Luca Zidane palmeó la rosca olímpica de Sielva. Tras otro saque de esquina, Ro Abajas pegó mordido, pero lejos del alcance del arquero y cerquita del poste. Pacheta puso de nuevo a girar el carrusel de cambios, a fin de contener la efervescencia oscense, pero le tocó rezar con más intensidad.
Los de casa se volcaron mientras los rojiblancos se hundían unos metros más a cada minuto. Loïc Williams multiplicó los centrales y, con cinco atrás, tuvieron que aguantar el chaparrón. Esta vez lo hicieron, con mucho oficio, poca brillantez y, tal vez, alguna ayuda de la Patrona, pero los puntos valen igual. No le sirven al Granada para salir de la cola de la tabla, aunque quizás sí para dejar atrás la depresión.
Ficha técnica:
SD Huesca: Dani Jiménez; Jorge Pulido, Toni Abad, Íñigo Piña, Sergio Arribas (Liberto Beltrán, 53’), Ro Abajas; Óscar Sielva (Enol, 76’), Iker Kortajarena; Daniel Luna (Dani Ojeda, 66’), Portillo (Jesús Álvarez, 52’) y Sergi Enrich (Ntamack, 76’).
Granada CF: Luca Zidane; Pau Casadesús, Oscar Naasei, Manu Lama, Baïla Diallo (Diego Hormigo, 62’); Rubén Alcaraz, Sergio Ruiz (Martin Hongla, 69’), Pedro Alemañ; Álex Sola (Pablo Sáenz, 69’), Souleymane Faye (Loïc Williams, 84’) y Jorge Pascual (Mohamed Bouldini, 69’).
Goles: 0-1: Pedro Alemañ, min. 24.
Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo, del comité castellanomanchego. Amonestó al local Íñigo Piña y al visitante Rubén Alcaraz.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 7ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio El Alcoraz, ante 4.589 espectadores.
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