La COP30 ha cerrado este sábado en Belém con la aprobación del acuerdo Global Mutirão, un documento que busca impulsar la reducción del uso de combustibles fósiles, aunque sin compromisos ni metas concretas. El pacto se ha alcanzado tras una noche de intensas negociaciones que concluyeron a las 8.00 horas.
Tras conocerse el acuerdo, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha celebrado el resultado: «La ciencia prevalece. El multilateralismo ha ganado». Además, ha recordado el contexto climático crítico del año: «En el año en el que el planeta superaba por primera vez, y quizás de forma permanente, los 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales, la comunidad internacional tenía que elegir: seguir o rendirse. Hemos elegido la primera opción».
Varias delegaciones han expresado su protesta
El anuncio ha provocado protestas inmediatas de delegaciones como la Unión Europea, Colombia, Panamá o Suiza, que denunciaron una falta de diálogo por parte de la presidencia y la exclusión de elementos previamente consensuados.
El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, ha suspendido el plenario y ha abierto consultas a puerta cerrada tras no percatarse de varias solicitudes de intervención. A su regreso, ha confirmado la aprobación del texto: «Lamento profundamente el no haberme percatado de las peticiones de las partes para tomar la palabra. Como muchos de ustedes no he dormido y probablemente esto no ha ayudado, como tampoco mi avanzada edad».
Entre las delegaciones más críticas ha estado la de Colombia, cuya ministra de Ambiente, Irene Vélez-Torres, ha advertido: «Colombia no aceptará un texto que niega la ciencia, impide el cumplimiento del objetivo de 1,5 C, y le da la espalda a los pueblos y a la vida». Otros países, como Rusia, Argentina o Paraguay, han rechazado el uso de lenguaje inclusivo en el documento.
Prioridades del acuerdo
Aunque el acuerdo no es vinculante, Brasil situará durante su presidencia dos prioridades: frenar la deforestación y avanzar hacia el abandono de los combustibles fósiles. Para ello ha anunciado la creación de dos mapas estratégicos y la celebración de reuniones de alto nivel con participación científica, gubernamental, industrial y de la sociedad civil. La primera tendrá lugar en abril en Colombia y abordará la reducción del uso de combustibles fósiles.
El texto «Global Mutirão: Uniendo a la humanidad en una movilización global contra el cambio climático», adoptado por 194 países, pide acelerar la implementación del Acuerdo de París y destaca la urgencia de reducir rápidamente las emisiones. La propuesta destaca la importancia de la equidad, los derechos humanos y del multilateralismo y advierte de lagunas significativas en el ámbito de la financiación de las medidas para combatir el cambio climático. Además, prevé triplicar los fondos para adaptación, aunque aplaza hasta 2035 la meta de 120.000 millones de dólares.
Sin medidas concretas para los combustibles fósiles
Pese a que la referencia directa a los combustibles fósiles ha quedado fuera por la oposición de países productores de petróleo, 90 países han respaldado un plan externo para avanzar hacia una economía sin su uso, y otros 90 han apoyado un plan paralelo contra la deforestación.
Otro de los acuerdos importantes, muy valorado por la sociedad civil, ha sido el de la creación del Mecanismo para una Transición Justa, un plan que fomenta que la transición hacia una economía verde sea justa y proteja los derechos de toda la población, con mención especial a trabajadores, mujeres, indígenas y afrodescendientes.
Para el secretario ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, el acuerdo es «una señal política y de los mercados» que demuestra que «la cooperación climática está viva y funcionando». «No estoy diciendo que estemos ganando la lucha climática, pero es innegable que aún estamos en ella y que estamos contraatacando», ha afirmado.
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