La Feria de Sevilla remontó en asistencia. Cuando parecía que el fin de semana iba a ser una curva descendente desde el jueves, el público volvió a abarrotar el recinto ferial. Con resaca verdiblanca, el Real se fue llenado a mediodía y mantuvo una asistencia alta, aunque ya hay quienes han ‘desertado’ a la playa o a la sierra.
Las ganas de Feria no se pasan y si se pasan, es como el juego de los niños, ‘la llevas’, y le toca a otros tomar el testigo feriante. Porque aunque muchos de Despeñaperros para arriba (y por los alrededores, también) piensen que aquí estamos de juerga y de jarana sin trabajar los siete días, la Feria solo tiene un festivo entre semana, el miércoles. Por tanto, hasta el viernes, inclusive, hay que apechugar en el trabajo. Pero el sevillano está entrenado para eso. Es capaz de compaginar horas matinales de tediosa tarea laboral, dando el callo, como se suele decir, y transformarse en el más bailarín de sevillanas horas después. La Feria de Sevilla es la traslación a la realidad de la teoría de la conciliación laboral. Hay tiempo para todo y todo se hace en tiempo.
El viernes es el ultimo día de trabajo para muchos, no así para otros. Por eso, se notaron las ganas de Feria, que el sábado no hay que trabajar. En el fin de semana, la Feria mudará su piel. Los sevillanos segurián, pero irán dejando paso a esos otros miles de sevillanos de los 106 pueblos de la provincia que aprovecharán el fin de semana para disfrutar de esta que es también su Feria. Como la de mucha gente de fuera, que también llega a la capital hispalense para aprovechar el sábado y domingo feriante. Esto va tocando a su fin.
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