La candidatura de Málaga para albergar partidos del Mundial de Fútbol 2030 vive su momento más crítico. Las instituciones, Ayuntamiento, Diputación y Junta de Andalucía estudian seriamente la posibilidad de abandonar la carrera mundialista debido a las múltiples complicaciones que rodean la remodelación del estadio de La Rosaleda.
Según ha podido conocer este medio, la idea de tirar la toalla está sobre la mesa de las instituciones, aunque todavía no hay una decisión definitiva tomada. La situación se ha vuelto límite tras meses acumulando desafíos que han ido minando un proyecto que en enero fue ratificado ante algunas informaciones que apuntaban ya a los problemas de la candidatura malagueña.
Las instituciones consideran abandonar la candidatura ante las complicaciones para remodelar el estadio a tiempo y el conflicto con el traslado del Málaga CF
La ampliación de La Rosaleda hasta 45.000 espectadores se ha revelado como una obra muy compleja que requiere una reforma integral de todo el entorno donde se encuentra, el barrio de Martiricos. El proyecto contemplaría una transformación urbana completa, pero con un coste que podría alcanzar los 300 millones de euros sin garantías de que el resultado final sea el más óptimo.
Los tiempos establecidos por la FIFA añaden presión adicional al proyecto. Las obras deberían comenzar inmediatamente para llegar a 2029, deadline marcado por el organismo internacional. La opción de construir un nuevo estadio en Puerto de la Torre quedó descartada desde el principio por la imposibilidad de cumplir los plazos.
La modernización requiere alcanzar 45.000 asientos con una inversión que podría superar los 300 millones de euros sin garantías de éxito
La gestión del traslado del Málaga CF durante las obras se ha convertido en la puntilla del proyecto. El club tendría que abandonar La Rosaleda, que es propiedad de las tres instituciones, durante aproximadamente dos temporadas, trasladándose al Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga, ubicado al oeste de la ciudad, junto al pabellón Martín Carpena.
Esta solución provisional presenta graves inconvenientes. El aforo disponible actualmente sería de apenas 12.500 espectadores, una cifra muy inferior a las necesidades de un club que cuenta con más de 25.000 abonados. Además, la adaptación de las instalaciones para el fútbol requeriría una inversión considerable adicional. Esto ha generado también un cruce de acusaciones políticas a cuenta de las deficiencias de accesibilidad de la zona.
Por su parte, ante este escenario, el Málaga CF ha expresado públicamente su «grave perjuicio económico, deportivo y social» que supondría el traslado forzoso. La entidad blanquiazul ha pedido a las instituciones que sean conscientes de las consecuencias de esta decisión, especialmente tras conocer las limitaciones del estadio provisional.
Crispación del malaguismo
La crispación del malaguismo ha alcanzado las calles de la ciudad. Los aficionados, organizados a través de las peñas, han desplegado pancartas por Málaga calificando de «traidoras» a las instituciones por la gestión del proyecto mundialista. Esto ha avivado un debate que siempre ha estado como telón de fondo: ¿merece la pena este sacrificio sólo para albergar varios partidos del Mundial? Hay consenso sobre la ampliación y mejora de La Rosaleda, pero no tanto condicionado por las exigencias de la cita mundialista.
Esta crisis contrasta con el optimismo mostrado en enero pasado, cuando las tres instituciones difundieron una declaración conjunta asegurando que el proyecto no corría peligro y que estaban «garantizados» tanto los plazos como los requisitos técnicos y financieros.
La realidad ahora es que la candidatura mundialista de Málaga está más en el aire que nunca. Las instituciones deberán evaluar si es posible encontrar una solución que compatibilice las exigencias de la FIFA con las necesidades del club malagueño o si, por el contrario, es preferible renunciar definitivamente a esta ambición.