«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado «. Tumba vacía, Jesús de Nazaret resucita de entre los muertos para cumplir la profecía mesiánica y acercar el Reino de Dios a la humanidad. Tras su sacrificio para salvar al mundo, llega el Domingo de Resurrección, un resurgir de la fe y la esperanza en la divinidad encarnada en tres cofradías granadinas que simbolizan dicha estampa religiosa.
Tras ser el escenario del periplo de Jesús de Nazaret durante siete días, las nubes de Granada han querido acompañar el día y llorar sobre los fieles, que esperaban poder sacar sus estaciones de penitencia al aire libre. Así, las tres cofradías que hoy ponían broche de oro a la semana litúrgica han tenido que guardar la ceremonia dentro de sus templos, honrando de otro modo al primogénito de entre los muertos.
Facundillos era la primera en salir desde la iglesia de Santo Domingo, que ha tenido que festejar entre sonidos de campanillas haciéndose eco entre las paredes góticas del templo católico y la estampa de una abuela y su nieta compartiendo el significado del tintineante artefacto. Sin embargo, quisieron pasear al santo por el claustro de la iglesia en un breve paso que simboliza el enorme amor de los fieles hacia el Señor.
Por su parte, el Señor de la Resurrección y Santa María del Triunfo quedaron quietos en la Parroquia de San Miguel Arcángel, abrazados por los cofrades, mantillas y penitentes que recibieron la pesarosa noticia con el semblante serio. La hermandad de Resucitado y Alegría, ataviada de azul cielo, siguió el mismo camino y, entre tintineantes sonidos de campanitas en manos de los más pequeños, vivió el paso por dentro, lágrimas desbordantes, para sostener las imágenes religiosas por escasos minutos que disfrutaron como si de horas se tratasen.
Un día como este tiene muchos significados. No solo puede tomarse como parte del relato bíblico, sino que puede trasladarse más allá y verse de manera metafórica. Simboliza un nuevo nacimiento, un resurgir de la nada. Uno puede morir y nacer todas las veces necesarias, puesto que uno no solo muere cuando se le apaga el cuerpo. Se trata de una metamorfosis, el cambio natural que toda vida depara a su transcurso. Este es un nuevo resurgir que la ciudad tomará como otra oportunidad de celebración dentro de 365 días, volviendo a nacer para acercar la fe a la humanidad.