La esperada tormenta que mantenía en vilo a la provincia durante toda la jornada del jueves acabó reducida a un intenso pero breve chaparrón que descargó sobre la capital entre las 22.00 y las 22.10 horas. Diez minutos bastaron para empapar calles, levantar los olores de tierra mojada y hacer resonar los tejados, pero sin dejar los daños ni las inundaciones temidas.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había decretado la alerta naranja por lluvias intensas y tormentas en toda la franja litoral, lo que llevó a muchos malagueños a preparar paraguas, revisar garajes y cancelar planes de última hora. Sin embargo, el episodio acabó siendo mucho menos severo de lo anunciado: una descarga repentina, con relámpagos y ráfagas de viento que hicieron pensar que lo peor estaba por llegar, pero que se disipó tan rápido como empezó.
no se han registrado incidencias debido a la rapidez de la tormenta
Los servicios de emergencia no registraron incidencias de importancia, más allá de algún alcantarillado saturado de forma puntual y pequeñas balsas de agua en el centro y la zona oeste. Pasada la tormenta, el aire quedó fresco y las calles vacías, con el sonido intermitente del goteo marcando el cierre de un día de advertencias que, finalmente, se quedaron en eso: un aviso que el cielo malagueño decidió cumplir a medias.
Al igual que gran parte de Andalucía, la provincia de Málaga ha extremando precauciones ante la alerta por precipitaciones interpuesta por la Aemet. Además de la capital, donde varios equipos deportivos han suspendido sus actividades, así como cierre de parques infantiles, otras zonas de la provincia como Torremolinos se han sumado a estas restricciones durante la tarde, algo que se espera que se extienda durante el resto de la jornada.
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