Todavía hoy, en pleno siglo XXI de las gafas de IA y los dispositivos móviles ‘inteligentes’, se puede ver a grupos de niños haciendo uso del ‘hula-hula’, el aro sencillo que ha sido uno de los juguetes más destacados del siglo XX. Este mes de julio de 2025 ha muerto a los 101 años Joan Anderson, la australiana que dio nombre al ‘hula-hoop’ y fue una visionaria capaz de ver la potencialidad de dar vueltas a un círculo con las caderas. Un mérito por el que no vio ni un céntimo, ya que la compañía que comercializó el objeto haciendo uso de la idea y de la denominación que le había puesto Anderson no le pagó por ello.
La historia de esta singular vida del siglo XX y principios del XXI está contada en el documental ‘Hula girl’, donde se explica cómo Joan Anderson se inspiró en la moda de los niños australianos que cogían cañas de bambú y las doblaban hasta crear un círculo, un aro. Luego utilizaban el cuerpo para girarlo, principalmente con la cadera. Esto ocurrió a finales de la década de 1950.
Se fijó en la danza hawaiana del hula-hula
Anderson, nacida en Sidney en 1923, vivía en California donde había trabajado como modelo de bañadores y vio en este sencillo cachivache una forma de hacer dinero. Decidió ponerle ‘hula-hoop’ (pronunciado julajop) en referencia a la danza del hula-hula, tradicional de la isla estadounidense de Hawái cuyo baile se basa en el movimiento de cadera. Este nombre gustó a la marca estadounidense de juguetes Wham-O, que vio también la posibilidad de fabricar estos aros de forma industrial aunque cambiando el bambú por un material más lógico y económico.
Le ‘compraron’ la idea y el nombre, pero el acuerdo como tantas veces a lo largo de la historia fue beneficioso para la compañía pero no para la persona capaz de ‘inventarlo’. El apretón de manos fue la fórmula que dejó que la empresa se llevara todos los beneficios y no pagara ni un duro a Joan Anderson, que nunca vio dinero por visualizar este juguete. En 2018, el documento audiovisual con la película ‘Hula-Girl’ sí le dio el reconocimiento tardío además de contar la historia de su vida.
«Una amiga australiana»
Anderson falleció el pasado 14 de julio en una residencia de ancianos de California, según comunicó su familia. Una vida que superó la centena y que estuvo marcada por esta triste historia de no haber sido recompensada económicamente por su idea. En el documental ‘Hula-Girl’ llegó a señalar que lo que más le molestaba era que el presidente de Wham-O, empresa que se forró con la comercialización de los aros, mencionara que la idea provenía de una «amiga australiana». Ella, por supuesto, no se consideraba amiga de los empresarios que le quitaron el dinero por hacer del hula-hoop un juguete imprescindible para entender la vida de mediados del siglo XX, la cultura pop y que tiene hasta su parcelita olímpica con la gimnasia rítmica.