Si a un malaguista lo hubiesen anestesiado en agosto de 2023 y lo despertaran este 22 de junio de 2025, seguramente una de las primeras cosas que haría sería mirar la clasificación y ver cómo le ha ido a su Málaga. Posiblemente se llevaría una decepción por saber que pocas cosas han cambiado: un equipo estancado en la medianía de Segunda División, más cerca del descenso que de la gloria y pidiendo la hora hasta las últimas jornadas.
Sin embargo, más allá de los números, sí que ha cambiado algo muy importante. La mentalidad y la cura de una cicatriz que terminó de cerrarse el 22 de junio de 2024, justo hace un año. Hasta el paso del equipo por Primera RFEF, lo negativo siempre sobrevolaba la mente de todo aficionado malaguista. Y no era para menos. El anuncio de un recibimiento, el de un ‘sold out’ o el de un simple mosaico era sinónimo de ‘palmatoria’. Al menos, eso llegaron a pensar un gran número de aficionados, aferrados a la mala suerte para explicar tanto fracaso deportivo.
Se cumple un año desde que el malaguismo cambió de significado
La realidad era bien distinta
La realidad era bien distinta. El Málaga, desde aquel fatídico día de Dortmund, nunca fue el mismo. Ni el Málaga, ni buena parte del malaguismo. Cada final, cada momento decisivo, salía siempre en contra. Influyen muchos factores, por supuesto, pero la mentalidad estaba dañada. Salir a un terreno de juego pensando en el «y si no» te hace morder polvo una y otra vez. Te empequeñece ante un adversario al que deberías comerte.
Todo lo que pasó en Primera RFEF fue una cura. Primero, de humildad —muy necesaria, por cierto—, pero también de creer en uno mismo. El propio lema del club, iniciado por los propios aficionados, lo decía todo: «lo vamos a hacer». Y lo hicieron. Todos juntos, creyendo desde el primer minuto.
«Un año después del ascenso, el Málaga ha sanado las heridas mentales que lastraron al club durante añoS»
Cambiaron los discursos de llantos, poniendo como ejemplo lo sufrido, por mensajes motivacionales. Cambiaron las caras hacia el césped tras un gol encajado por sangre en los ojos. Los abucheos tras el primer golpe por el ímpetu en la remontada.
Todo estaba escrito. El primer partido de La Rosaleda fue un espejo que se reflejó durante la temporada. Imaginen aquel Málaga, con un muy cuestionado Pellicer en el descanso, arrancando con una derrota (Castellón) y un empate en casa (Atlético B) tras comenzar ganando. Pero no. Galilea creyó hasta el final y puso la primera piedra que terminó de colocar Cordero.
Los 27 héroes
Todos aportaron, pusieron su granito de arena y fueron importantes. A pesar del futuro que han decidido tomar, los 27 héroes del ascenso cambiaron la historia del club. Esta no ha sido una temporada fácil, pero se han sentado las bases de algo que comenzó a construirse en Primera RFEF.
Y no, no es casualidad que la primera victoria se consiguiera con una remontada en casa ante el Albacete y la última, con otra remontada ante el Sporting. Con la cantera como escudo y con más de 20.000 cada semana en el manicomio blanquiazul.
Sí, puede que la vida siga igual que en 2023, pero la cicatriz ya se ha cerrado y la mentalidad puede hacer que este equipo siga creciendo. Hay que ayudarles con mimbres sobre el césped, pero este equipo empieza a ser un ganador. En Tarragona pudo empezar todo.