Luis ansia ser conserje, lleva preparándose las oposiciones seis años, y aunque pueda desmotivar, su positividad y alegría no le permiten parar. En el caso de Álvaro, el está opositando a Auxiliar Administrativo, y a pesar de que la Junta de Andalucía no le adaptó el temario, ha aprobado ya la primera parte del examen. Ambos tienen discapacidad intelectual y se presentan de la mano, bien agarrada y segura, de la Fundación Marcelino Champagnat.
Las oposiciones para personas en riesgo de exclusión social no son un imposible, o eso demuestran desde la fundación. Hace apenas unos días, cinco personas con discapacidad intelectual consiguieron su anhelada plaza de operario en el Ayuntamiento de Málaga. Los recién incorporados solo tienen palabras de agradecimiento para el equipo, que les acompaña y les guía en todo el proceso de preparación.
Su rutina de trabajo
El primer paso de los miembros que conforman la fundación, promovida por Hermanos Maristas, es observar las plazas ofertadas, momentos más tarde comienzan a elaborar los temarios. «Algunos no están adaptados, desde la fundación tenemos que amoldarlos para ellos», ha afirmado Alejandro Rodriguez, coordinador de las oposiciones. Alejandro es quien guía a los chicos, aunque también es profesor, coordinador y un poco de todo.
Son cinco personas las que forman parte del equipo, algunos son pedagogos, otros educadores, pero todos coinciden en su gran componente humano. Llevan desde el año 2015 preparando a los chicos, ampliando su conocimiento y formándolos para presentarse a las vacantes de oferta pública. El resultado de la plaza es muy gratificante, ya que se trata de un proceso largo, o así lo explica Rodríguez, quien cree que conseguir ser funcionario «es el resultado de todo el esfuerzo prestado».
Un camino «muy duro»
Hay veces que el esfuerzo no se refleja en una nota, esto causa frustración y un gran pesar. Ese sentimiento también lo tienen ellos, las personas con discapacidad intelectual que llevan años presentándose al examen. «Algunos se tiran cinco años intentándolo, es un camino muy duro y a veces creen que no hay final, pero cuando llega es muy gratificante», añade el coordinador.
Obtener la plaza no solo es una celebración para la fundación o para los chicos, las familias también se enorgullecen de todo el trabajo que le han dedicado. «Significa que los chicos tienen un sustento para cuando la familia no esté», ha indicado Victoria Férnandez, pedagoga de la fundación.
El acompañamiento es un pilar clave para la fundación. La familia y el equipo funcionan unidos, a través de charlas y reuniones en donde le explican todo el proceso. «Ellos quieren lo mejor para los chicos, por eso tenemos que estar unidos para que consigan su objetivo», ha recordado Alejandro.
«La fundación Marcelino Champagnat y las familias trabajamos siempre unidos»
Otros proyectos
Además, la fundación tiene múltiples proyectos, como el taller social, un espacio en donde crean camisetas, accesorios y otro tipo de diseños para recaudar dinero para la fundación. Además de la segundaria para adultos, en donde el equipo les brinda, a todas las personas que no pudieron estudiar en su momento, una nueva oportunidad. En definitiva, para educar hay que amar, y la fundación de eso sabe bastante.
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