Pasaban las 21.30 horas cuando la Plaza de Toros de la Real Maestranza se quedó en silencio. En las pantallas comenzaron a desfilar imágenes de archivo: una niña llamada Pili Sánchez soñando con la copla, los primeros pasos de una artista que hoy es todo un emblema. Con esa narrativa visual arrancaba anoche el concierto más esperado de la gira “Rosas y Espinas. 30 años”, con el que Pastora Soler conmemoraba sus tres décadas sobre los escenarios.
Era su primera vez en este emblemático coso sevillano, y la ocasión no podía ser más especial. El recinto registró un lleno absoluto pese a las altas temperaturas (más de 35 grados), y el ambiente de celebración se palpaba desde primera hora de la tarde, cuando los primeros asistentes comenzaban a ocupar sus localidades.
La ciudad respondió en masa al concierto, con lleno absoluto y ambiente festivo desde primeras horas de la tarde
El telonero, el malagueño Ginés González, ya había calentado el ambiente con versiones de clásicos como “No dudaría” o “Se nos rompió el amor”, preludio de una velada que iba a ser mucho más que un concierto: una crónica vital y musical en primera persona.
Vestida con una bata de cola roja como un ramo de rosas, Soler abrió la noche con coplas de sus inicios: “Capote de grana y oro”, “Señorío”, “Triniá”. Y así fue construyendo un viaje por su vida artística, combinando canciones con relatos íntimos narrados en off y en directo, en una confesión abierta que emocionó a los asistentes. Desde su salto al pop con “Dámela ya”, “Corazón congelado” o “Herida”, hasta su estremecedora versión de “I Have Nothing”, la artista desplegó registros y emociones.
Copla, pop y confesiones
Uno de los momentos más aclamados fue la evocación de su participación en Eurovisión 2012 con “Quédate conmigo”, que convirtió a la plaza en un coro multitudinario. También destacó el homenaje a la comunidad LGTBIQ+ con “Digan lo que digan”, y el sentido tributo a su ciudad con “Sevilla” de Rocío Jurado, que resonó como un himno tras haber sido reconocida esta semana con la Medalla de la Ciudad.
Ver esta publicación en Instagram
A lo largo de más de dos horas, hubo espacio para sus grandes éxitos (“Vive”, “Te esperaré”, “Invencible”), para la emoción al recordar sus momentos más duros —como el parón que le obligó a dejar temporalmente la música— y para su renacimiento, impulsado por su hija y por el apoyo de compañeros como Alejandro Sanz. En ese contexto, interpretó con profunda emoción “Si hay Dios”.
El público, entregado de principio a fin, acompañó a la artista en cada canción, en cada historia. Flores, ovaciones y una atmósfera de comunión que hicieron de esta cita un hito inolvidable en la carrera de Pastora Soler. Más que un concierto, fue una celebración de vida y de arte, que Sevilla difícilmente olvidará.